Quienes gobiernan Cuba presumen de que cuidan a sus ancianos, pero cuando escuchas hablar a los mayores todo se desmorona
Más de un amigo que aún vive en Cuba me ha confesado que ni imagina envejecer allá. Les es suficiente con ser testigos de la vida que llevan sus padres o sus abuelos.
Un artículo de Diario de Cuba se adentra en esta problemática y consigue el testimonio de algunos mayores de 70 años. El colega Jorge Enrique Rodríguez firma el artículo Hacerse viejo en Cuba es casi como ir al infierno en vida.
En una isla que es uno de los territorios más envejecidos de América Latina -se estima que para el 2025 los ancianos constituirán la cuarta parte de la población- llegar a viejo, muchos además sin familia, es un verdadero calvario.
Amada Castellano Suárez tiene hoy 70 años y está retirada. Toda su vida fue maestra de primaria. Actualmente sus días transcurren así: «Además de que tengo que hacer colas para comprar alimentos y aseo personal, también tengo que hacerlas en la farmacia durante días, pero sin la certeza de que lleguen las medicinas que necesito. ¿Qué calidad de vida puede tener cualquier ser humano si tiene que invertir más de 16 horas diarias en colas, en la zozobra de que apenas resuelves la sobrevida del mes, y al día siguiente despertar para el mismo ajetreo».
El periodista de Diario de Cuba conversó asimismo con Gabriel -un vecino del Cerro de 72 años. «Ya es difícil aceptar que lo único que obtuve después de trabajar casi 40 años en un central azucarero fue una chequera de 2.200 pesos. Y todos los cubanos sabemos perfectamente hasta dónde alcanza ese dinero hoy. Las medicinas en el mercado negro tienen precios para reyes o para aquellos que reciben remesas familiares del extranjero. Mi salud se agrava y convivo con otros seis familiares en apenas dos cuartos de un solar. Apenas puedo aportar para la comida por los gastos en mis medicinas, y los maltratos no son físicos, pero duelen», admite con profunda tristeza.
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