El dólar estadounidense cotiza este lunes 107 pesos cubanos y el euro se vende por 125 CUP en el mercado informal de divisas de Cuba, lo que confirma la tendencia a la baja de la moneda nacional y hace estrechos los bolsillos de los trabajadores y pensionados en la isla.
Por su parte, la moneda libremente convertible (MLC), amaneció a 117 pesos en los sitios web de clasificados y grupos de Telegram que utilizan los cubanos para anunciar sus compraventas de divisas.
En los últimos meses las personas que viven de salarios pagados por instituciones estatales han visto cómo sus salarios han perdido capacidad de compra debido a la fuerte devaluación de la moneda y a elevadas tasas de inflación.
El gobierno cubano no ha anunciado ni una medida efectiva para enfrentar el proceso inflacionario a pesar de haberlo prometido en repetidas ocasiones.
Al contrario, el titular del Ministerio de Economía y Planificación, Alejandro Gil, ha dejado claro que las tiendas en MLC son una necesidad para las finanzas del país y se mantendrán mientras dure la crisis.
Esos establecimientos, cada vez más comunes de la red estatal minorista en la isla, son una de las causas de la inflación que golpea a amplios sectores de la sociedad, especialmente a quienes no reciben remesas del extranjero.
Pero la dolarización no sólo afecta a los consumidores sino que se ha extendido a empresas mayoristas como Gelma, que venden sus mercancías a entidades estatales, cooperativas y productores agropecuarios privados, lo que eleva sus costos y se refleja finalmente en el precio de los alimentos.
La reforma económica aplicada por el gobierno cubano en plena pandemia de COVID-19 ha fracasado por completo y el pueblo es quien sufre las consecuencias: bajas producciones, escasez de alimentos, colas interminables y aumento constante del costo de la vida.
En medio de una crisis comparable con el llamado Período Especial, los cubanos han perdido esperanzas en una mejora de la situación económica de la isla y han comenzado un éxodo masivo hacia otros países cuyas cifras superan las de la crisis de los balseros de mediados de la década del noventa.
