No es normal que tantas cosas malas le estén sucediendo a Cuba. Y todas tras las llegadas de Díaz-Canel al poder.
Desde que Miguel Díaz-Canel asumió la presidencia de Cuba en abril de 2018, una serie de desastres naturales y tragedias han caído sobre la isla, generando una extendida percepción en el imaginario cubano: la mala suerte parece estar adherida a su mandato.
Todo este cúmulo de infortunios ha llevado a muchos a especular que Díaz-Canel sufre de lo que en la religión yoruba llaman “Osogbo”. Sin embargo, ante cada crisis, el mandatario cubano ha respondido con su característico discurso lleno de retórica, insistiendo en la resiliencia y unidad del pueblo cubano, mientras las críticas sobre su gestión aumentan.
El primer gran golpe de mala suerte le llegó al designado a dedo en mayo de 2018, solo un mes después de asumir el poder, cuando un avión rentado por Cubana de Aviación se estrelló tras despegar del Aeropuerto Internacional José Martí, dejando 112 muertos y a la nación en un estado de luto y conmoción.
Apenas unos meses después, en enero de 2019, un tornado devastador azotó La Habana con ráfagas de viento superiores a 300 km/h, causando muertes, heridos y cuantiosos daños materiales;
El 2022 sería un año clave en su «mala suerte». La explosión ocurrida en el Hotel Saratoga dejó no solo 22 muertos y decenas de heridos, sino la percepción de que incluso en entidades controladas por el estado, como son los hoteles, hay precariedad en la infraestructura y en el manejo de riesgos.
Y no, no estaban muy ajenos a esta percepción los cubanos, solo unos meses después, en agosto de 2022, un rayo impactó en la base de supertanqueros en Matanzas, provocando un incendio de proporciones colosales que causó más víctimas y una crisis de suministro. Allí el sistema contra incendios no funcionó y la orden dada a los jóvenes e inexpertos adolescentes integrantes de la brigada de bomberos fue combatir las llamas en tanques de petróleo con mangueras y sin los uniformes adecuados.
La mala suerte del mandatario seguiría y los problemas continuaron acumulándose, hasta que llegamos a este 2024, en el que la situación se ha tornado crítica con tres desconexiones del SEN.
La segunda estaba siendo «superada», cuando el huracán Oscar asoló la región oriental, dejando muertos y severos daños estructurales. Los habitantes de Guantánamo que llevaban días desconectados, apenas se enteraron de que un huracán entraría.
Reconectado el SEN, días después, llegaría, esta vez por el Occidente, el huracán Rafael.
El fenómeno, de categoría 3, azotó nuevamente la isla, dejando más destrucción y miles de desplazados y otra vez el SEN volvió a desconectarse.
Y… ¿qué ha hecho y dicho Díaz-Canel?
Ante cada adversidad Díaz-Canel ha intentado mostrar liderazgo. Cuando la explosión del Saratoga dijo que habría una investigación para encontrar culpables. Lo mismo dijo con lo sucedido en Matanzas. Ni una ni otra han ocurrido. Apenas unos informes que aluden más que todo a una «mala suerte», pero el porqué de un balón de gas mal ubicado, o la falla en el sistema contra incendios en la base de supertanqueros, inherentes las dos a un sistema de gestión de catástrofes ineficientes culpa del sistema político, no fueron explicados.
Días después de que Oscar azotara Guantánamo, Díaz-Canel recorrió las zonas afectadas pidiendo “unidad y resistencia”, mientras la frustración popular crecía debido a la falta de apoyo y recursos. Horas más tarde regresó a La Habana, porque aparecería al día siguiente en Artemisa recorriendo campos agrícolas.
Tal parece que el infortunio lo persigue, porque por donde mismo estuvo Díaz-Canel pasó Rafael.
Pero el ciclo de calamidades no terminó allí. Apenas unos días después, un potente terremoto de magnitud 6,8 sacudió el sureste de Cuba, causando más pérdidas humanas y destrucción.
A todo esto súmese la llegada de la pandemia de Covid-19 a la isla. El reforzamiento del dengue; y por si fuera poco la aparición de una enfermedad que no se conocía prácticamente en el país: el Virus del Oropouche.
La seguidilla de desastres ha dejado a muchos cubanos convencidos de que la mala suerte de Díaz-Canel es inagotable y que su mandato está marcado por un destino adverso.
“Vamos a salir de esta”: un discurso reciclado
Ante cada tragedia, Díaz-Canel responde con discursos que resaltan la “resiliencia” y “unidad” del pueblo cubano.
Tras el huracán Rafael, negó cualquier insinuación de que el país esté al borde del colapso, refiriéndose a las denuncias en redes sociales como una “campaña enemiga de los odiadores” y asegurando que “Cuba está de pie”.
«Hay que dar mucha información de cómo nos vamos recuperando, de qué pasó en la realidad, y romper una campaña enemiga que los odiadores pusieron en marcha, diciendo que Cuba está colapsada. Aquí no hay nadie colapsado, estamos de pie y combatiendo«, declaró el mandatario.
Cada vez que nos enfrentamos a grandes obstáculos, conscientes de que sí podemos, estamos empezando a vencerlos. #Cuba está de pie y combatiendo. Venceremos.#FuerzaCuba pic.twitter.com/2RooHmGXKF
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) November 7, 2024
🗣️ @DiazCanelB: #Cuba está de pie, estamos de pie, combatiendo y vamos a salir de esta como hemos salido de otras, porque ahí están los jóvenes comprometidos con su Revolución, con su pueblo, ahí está el pueblo y ahí están las Fuerzas Armadas Revolucionarias. pic.twitter.com/Ebblt1F2Pn
— Presidencia Cuba 🇨🇺 (@PresidenciaCuba) November 9, 2024
Las imágenes del mandatario recorriendo las zonas afectadas y supervisando la recuperación se difundieron en redes, intentando mostrarlo como un líder comprometido, aunque muchos ciudadanos expresan escepticismo. Los medios oficialistas, lejos de mostrar las imágenes en cada catástrofe, han hecho hincapié en la presencia de los funcionarios en los lugares. Todos vestidos de verdeolivo.
📌| Como parte de su recorrido, @DiazCanelB estuvo también en varios puntos de los municipios de Marianao, Playa y Plaza de la Revolución, donde intercambió con quienes se encontraban inmersos en las labores de higienización de las calles y revitalización del tendido eléctrico. pic.twitter.com/pDQ7AmKGmq
— Presidencia Cuba 🇨🇺 (@PresidenciaCuba) November 9, 2024
Este mismo discurso de “unidad y resistencia” es el que usó tras la explosión del Hotel Saratoga y el incendio en Matanzas, y ha sido una constante a lo largo de su mandato.
Sin embargo, las constantes promesas de que “vamos a salir de esta, como hemos salido de otras” comienzan a sonar huecas. Para muchos cubanos, la retórica de Díaz-Canel no es más que un esfuerzo desesperado por mantener una imagen de fortaleza mientras el país se tambalea bajo la presión de la miseria y las tragedias.
Y es que… ¡ya suman 65 años «saliendo de esta»!
Resulta obvio que a pesar de la gravedad de los desastres recientes, el gobierno cubano ha optado por controlar la narrativa en los medios de comunicación, minimizando las cifras de muertos y ocultando las críticas.
La reacción oficial tras el huracán Rafael fue un ejemplo de esto: mientras se celebraba que no hubo muertos, los daños en Guantánamo por el huracán Oscar fueron relegados al olvido. En los medios, se priorizó la propaganda de “recuperación exitosa” y se omitieron los nombres de los responsables de la desorganización y la falta de evacuación.
El control mediático y la manipulación de la información se ha convertido en una estrategia clave del régimen, buscando desviar la atención de los errores de gestión y culpar a “campañas enemigas” por la percepción negativa.
📍| Hasta el reparto de San Agustín, en el municipio de La Lisa, llegó luego @DiazCanelB: este es uno de los municipios más afectado en lo referido al servicio eléctrico. pic.twitter.com/Br0dlVR59d
— Presidencia Cuba 🇨🇺 (@PresidenciaCuba) November 9, 2024
🇨🇺| Esta tarde el presidente @DiazCanelB visitó áreas afectadas de la capital.
— Presidencia Cuba 🇨🇺 (@PresidenciaCuba) November 9, 2024
En el preuniversitario Eduardo García Delgado inició el recorrido.
Estudiantes, trabajadores y familias se suman a la recuperación del centro, que no tuvo daños en base material, pero sí el arbolado. pic.twitter.com/7hAl1TC9Eh
Esta política de silencio ha alimentado el resentimiento popular, mientras el gobierno sigue beneficiándose de la ayuda internacional que llega tras cada catástrofe, lo que, según algunos analistas, es parte de una estrategia cínica de supervivencia del régimen.
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Con tantos desastres acumulados, los cubanos se encuentran divididos entre quienes ven el mandato de Díaz-Canel como una seguidilla de mala suerte y quienes atribuyen los problemas a una ineficacia gubernamental crónica.
Las creencias populares sobre el “Osogbo” de Díaz-Canel reflejan la frustración ante un sistema incapaz de proteger a sus ciudadanos y de brindarles las condiciones mínimas de seguridad y bienestar.
La precariedad ha llegado a un punto tal que, en la calle, algunos hablan de “Hambrosio”, una alegoría del hambre perpetua que azota a la isla, mientras el gobierno sigue alimentando promesas vacías, según señala en un artículo el medio independiente Cubanet.
En un contexto donde la población ha perdido la fe en el gobierno, las palabras de Díaz-Canel se perciben como más verborrea, una especie de consuelo artificial que no tiene relación con la realidad.
Mientras el mandatario sigue insistiendo en la “resiliencia” del pueblo cubano, la gente sigue esperando respuestas reales y soluciones efectivas a problemas que no cesan de empeorar.