En un contexto donde la población ha perdido la fe en el gobierno, las palabras de Díaz-Canel se perciben como más verborrea, una especie de consuelo artificial que no tiene relación con la realidad. Mientras el mandatario sigue insistiendo en la “resiliencia” del pueblo cubano, la gente sigue esperando respuestas reales y soluciones efectivas a problemas que no cesan de empeorar.