Pese a su pasado presuntamente represivo dentro del periodismo en Cuba, Narciso Amador Fernández Ramírez vive «tranquilamente» en Homestead, y hasta disfruta de beneficios del gobierno de EE.UU.
Narciso Amador Fernández Ramírez, expropagandista del Partido Comunista de Cuba y otrora látigo del periodismo independiente y el exilio cubano, hoy vive tranquilamente en Homestead, Florida, como beneficiario del programa de parole humanitario y de la generosidad del contribuyente estadounidense. Cupones de alimentos, asistencia médica subsidiada y pagos en efectivo para refugiados forman parte del paquete de bienvenida que el régimen al que tanto defendió jamás le ofreció a sus víctimas.
Así lo denunció el periodista Mario J. Pentón en su página, en un texto donde reseña cómo, durante años, Fernández Ramírez fue subdirector del periódico estatal Vanguardia en Villa Clara, donde además fungía como secretario del núcleo del PCC. Desde esa trinchera, firmaba textos incendiarios en contra del exilio, al que calificaba de “ratas”, “mercenarios” y “gusanera”. En 2017 escribió con devoción sobre Fidel Castro: “Ahora todos somos Fidel”. Y en 2019, aseguró que los miembros de la Brigada 2506 “se comportaron como ratas”. Hoy, irónicamente, vive rodeado de algunos de los descendientes de esos “mercenarios”.
Pero… ¿qué cosas escribía Narciso? ¿Dónde?
Una entrevista suya al General de Brigada (r) Andrés Leiva Castro aparece en La Jiribilla. En otro texto llamaba a Fidel (Castro), «el primero en todo.» En otro publicado en abril del 2019, expresaba:
«Vivimos días de gloria en esta fecha de conmemoración de la contundente victoria en las arenas de Playa Girón, hace ahora 61 años. No solo por lo demostrado en aquellas jornadas de combate, en las que en menos de 72 horas se derrotó la brigada mercenaria entrenada y subvencionada por el gobierno de los Estados Unidos, sino porque continuamos inclaudicables por la misma senda emprendida desde el 16 de abril de 1961, cuando Fidel proclamó el carácter socialista de la Revolución.»
Un mes antes, en otro portal oficialista aparecía un texto suyo que rezaba: «este 24 de febrero de 2019, el pueblo cubano acaba de volver a reafirmar que es de Patria o Muerte. En esta ocasión en la batalla electoral por el Sí a la Constitución.»
En el texto, calificaba de «éxito» el Referendo Constitucional llevado a cabo por el Castrismo en respuesta a las miles de firmas recogidas por el Proyecto llevado a cabo por Oswaldo Payá.
«Decir sí en las urnas fue reafirmar el rumbo socialista trazado el 16 de abril de 1961 con los fusiles en alto, exactamente en el mismo lugar donde Fidel, aquel inolvidable 5 de marzo, un año antes, había lanzado la consigna del Patria o Muerte,» afirmaba Narciso.
Textos suyos aparecen en «Fidel, el Soldado de las Ideas». En el año 2014 recibía el premio 26 de Julio.
En el 2018 expresaba en el portal Cubahora que «(una) prueba fehaciente de la voluntad del Estado de proteger los derechos de cada ciudadano de esta isla y de cumplir lo afirmado por el Comandante en Jefe Fidel Castro, en fecha tan temprana como el 21 de enero de 1959: “La Revolución Cubana se puede sintetizar como una aspiración de justicia social dentro de la más plena libertad y el más absoluto respeto a los derechos humanos”.
A pesar de este historial de propaganda y represión, el régimen migratorio estadounidense le abrió las puertas en marzo de 2024. Su hija, residente en EE.UU., fue la vía para su entrada. Actualmente espera su green card, y con ella el acceso a Medicare y al Seguro Social.
Fernández Ramírez, de 65 años, no solo escribió alabanzas al castrismo; también participó activamente en la represión de jóvenes periodistas en Cuba. Según testigos, fue él quien facilitó que agentes de la Seguridad del Estado interrogaran a redactores del propio Vanguardia en su oficina. “Era cínico, cumplía cada directriz del Partido”, recuerda Carlos Alejandro Rodríguez, uno de los firmantes de la llamada Carta de Santa Clara, grupo crítico que sufrió represalias.
La Carta de Santa Clara: un grito ahogado por la censura (el contenido íntegro de la carta puede leerse aquí)
La presencia de Narciso Amador Fernández Ramírez en Homestead no es solo una afrenta para los exiliados cubanos. Lo es también para un grupo de jóvenes periodistas cubanos que, en 2016, intentaron cambiar el periodismo oficialista desde dentro y terminaron aplastados por la maquinaria que Narciso defendía con fervor. Se trata de los firmantes de la conocida Carta de Santa Clara, una declaración pública emitida por el Comité de Base de la Unión de Jóvenes Comunistas del periódico Vanguardia, donde exigían libertad editorial, criticaban la censura y defendían el derecho a colaborar con medios alternativos como OnCuba.
La misiva, leída en una reunión de la UPEC en junio de 2016, cuestionaba abiertamente el sistema de censura que “como una hidra de mil cabezas” distorsionaba, mutilaba o directamente vetaba los contenidos críticos en la prensa oficial. “Nos dicen que nuestras ideas no convienen a los intereses del país en los momentos actuales”, afirmaban, mientras denunciaban persecución por publicar reportajes considerados “demasiado críticos” o carentes del “enfoque oficial”.
Uno de los firmantes, el periodista Carlos Alejandro Rodríguez, recordó en una entrevista con 14ymedio que la carta fue concebida para un debate interno del gremio, pero su filtración a medios digitales desató represalias inmediatas. Los firmantes fueron acosados por estructuras de la UJC, llamados a “explicar sus posturas” y presionados para firmar una retractación. Rodríguez relató ahora en Cubanet cómo Narciso Fernández, entonces subdirector del diario y jefe del núcleo del PCC, fue una figura clave en esta represión: no solo promovió el hostigamiento interno, sino que prestó su oficina para interrogatorios de la Seguridad del Estado contra los periodistas más rebeldes.
El objetivo de los jóvenes era claro: hacer un mejor periodismo, con mayor conexión con la realidad. Denunciaron, por ejemplo, que mientras medios digitales como OnCuba reportaban las inundaciones de Santa Clara o la crisis migratoria en Centroamérica, Vanguardia guardaba silencio. También criticaron los bajos salarios: 345 pesos cubanos al mes (unos 14 dólares), insuficientes para vivir dignamente.
Lejos de abrir un diálogo, las autoridades optaron por el castigo. Muchos de los firmantes fueron expulsados, marginados o forzados a renunciar. Hoy, mientras varios de ellos siguen luchando por la libertad de expresión desde medios independientes, el hombre que ayudó a truncar sus carreras disfruta en EE.UU. de todo lo que su “escudo de ideas patrióticas” antes condenaba.
Una de sus víctimas, el joven periodista Yariel Vázquez, actualmente residente en Miami, comentó en una publicación:
«Como otros tantos jóvenes, fui objeto de su censura y desfachatez como jefe editorial de Vanguardia. No le tembló la mano para enjuiciarnos, sancionarnos y tratarnos como “escoria” por el simple hecho de hacer el periodismo que nunca se atrevió a hacer. No merece estar en una país libre como este.»
Otro que lo conoció afirmó a Cuballama Noticias:
«Él era profesor de algo y en un momento en que hubo déficit de periodistas, siendo él ya viejo, lo metieron ahí en el Vanguardia. Todo lo que dijo Pentón sobre él es cierto. Ese hombre era un muelero del carajo, un oficialista de esos, a morirse. Era o es, un ser bajo, sucio. Un fula.»
Su mudanza a EE.UU. ha causado indignación entre políticos como Marco Rubio y organizaciones como la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba, que ha documentado más de 300 casos de exrepresores viviendo en el país norteño. Uno de los más sonados fue el de Daniel Morejón García, arrestado en abril por ocultar su pasado en el MININT.
El abogado Ismael Labrador señala que Narciso podría enfrentar la deportación si se prueba que mintió en su solicitud de parole, ocultando su militancia comunista. “Una búsqueda en Google basta para ver quién era. Esto es fraude migratorio”, advirtió.
En Facebook, donde alguna vez se vanagloriaba de su arribo a EE.UU., hoy guarda silencio. Eliminó fotos y evita dar entrevistas. Pero las víctimas de su fanatismo no han olvidado. Y el Tío Sam, sin saberlo, sigue premiando al que en Homestead, ya retirado, no siembra yuca… pero cosechó miedo. Y mucho, en Cuba.