Mientras la seguridad ciudadana se desmorona, los barrios habaneros comienzan a documentar por su cuenta el aumento del delito. La Coronela, Santo Suárez, Santa Catalina, Miramar y El Toyo son apenas algunos puntos donde los vecinos reportan robos repetidos, agresores identificados en cámaras y una policía que, según ellos, mira hacia otro lado.
En La Coronela (La Lisa), dos hechos recientes encendieron las alarmas. El primero ocurrió el 26 de julio, cuando en plena madrugada ladrones se llevaron una lámpara solar, un ventilador, una laptop y un televisor de una vivienda de la calle 214A.
El segundo intento fue el 31 de octubre, también de madrugada, cuando dos sujetos con el rostro pintado y armados con cuchillo y pata de cabra trataron de robar una motocicleta. Ambos incidentes quedaron grabados en cámaras de seguridad y los rostros de los presuntos malechores son distinguibles. Pese a las denuncias y los videos entregados, los vecinos aseguran que no ha habido investigación alguna. “Los policías están para corretear viejitos que venden javas”, reclamó una residente en redes.
A varios kilómetros de allí, en Santo Suárez (10 de Octubre), el anciano Emilio Wong Fernández, de 88 años, vive solo en la calle San Benigno 508 y ha sido víctima de al menos cuatro robos en apenas una semana.
Dos jóvenes, presuntamente consumidores de la droga conocida como “el químico”, le sustraen materiales de construcción y más tarde regresan a extorsionarlo para devolverle lo robado. Emilio llamó varias veces a la policía y acudió a la unidad a denunciar, sin que nadie fuera a socorrerlo. Los agresores, conocidos en el barrio, se mueven libremente.
En Santa Catalina, una cafetería privada sufrió el hurto de un teléfono celular. La denunciante identificó a los dos ladrones como los mismos que han sido grabados en otros negocios, incluso robando queso en otra cafetería, una planta eléctrica en Miramar y otro teléfono en El Toyo. Aunque las cámaras no captaron el momento exacto del robo más reciente, sí hay imágenes claras de sus caras.
La población exige una respuesta. La sensación, repetida en testimonios y comentarios, es que la delincuencia actúa confiada en la impunidad y que la policía solo interviene cuando los intereses del Estado están de por medio.
“La seguridad del pueblo no puede seguir siendo una burla”, reclaman las publicaciones compartidas por miles de internautas.
