¿De esta también escapamos? Cono de trayectoria de depresión tropical ya no pasa por el medio de Cuba

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Una vez más, Cuba parece esquivar la amenaza directa de un fenómeno meteorológico significativo. Según el último reporte del Centro Nacional de Huracanes, la isla no se encuentra en el cono de trayectoria de la depresión tropical que actualmente se desarrolla cerca de las Antillas Mayores. Este cambio en la trayectoria es un respiro para un país que, desde el huracán Ian en 2022, no ha enfrentado otro ciclón de gran impacto.

La depresión tropical, que se ubicaba inicialmente con un posible paso directo sobre Cuba, ha desplazado su trayectoria hacia el oeste-noroeste, bordeando apenas la isla. Este cambio es crucial dado que Cuba, a pesar de su ubicación propensa a huracanes, ha logrado evitar impactos directos de grandes tormentas en los últimos años, una fortuna que algunos atribuyen más a la providencia que a patrones climáticos predecibles.

La población cubana, ya agobiada por una prolongada crisis económica y las secuelas de la pandemia, reaccionará a la noticia con un mezcla de alivio y humor característico como ha venido haciendo desde que Ian azotara a la isla a inicios de septiembre del 2022.

En redes sociales y conversaciones cotidianas, no es raro encontrar desde entonces – aunque el tiempo es corto e incluiría solo lo sucedido en el 2023, casi todo septiembre y octubre del 2022 – comentarios que sugieren, en tono jocoso, que ni los huracanes desean visitar una isla marcada por la escasez y los desafíos económicos. Esta percepción se ha visto reforzada por episodios pasados donde, contra todo pronóstico, fenómenos potencialmente devastadores han modificado su curso, evitando a la isla.

El huracán Beryl, por ejemplo, es un caso reciente donde, pese a las proyecciones iniciales que lo situaban como una amenaza directa para Cuba, cambió de dirección. Este huracán, que alcanzó categoría 3, se desvió significativamente antes de poder impactar a Cuba, un fenómeno que algunos isleños atribuyeron a la «protección» de sus creencias espirituales y otros, más críticamente, a la pura casualidad enmarcada en la cruda realidad de la nación.

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Mientras tanto, los meteorólogos continúan monitoreando de cerca la evolución de esta depresión tropical, que aún tiene potencial de convertirse en un sistema más organizado y potente. Las autoridades no bajan la guardia y mantienen activos los protocolos de prevención, conscientes de que la trayectoria de estos sistemas puede cambiar con poco aviso.

Para los cubanos, cada temporada de huracanes es un recordatorio de su vulnerabilidad ante las fuerzas de la naturaleza. Sin embargo, la resiliencia y el humor permanecen como baluartes contra el miedo y la incertidumbre.

Con cada sistema que pasa y cada temporada que concluye, la isla respira aliviada, esperando que la fortuna que hasta ahora les acompañó durante todo el 2023 continúe haciéndolo en el futuro.

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