Con una bocina portátil en una mano y un micrófono en la otra, José Ángel canta en las calles de Tapachula, ciudad del sur de México, para subsistir mientras sigue el proceso de asilo para regularizar su estancia en el país.
Según publicó El Diario del Sur, la habilidad que tiene desde los siete u ocho años este migrante cubano es lo que le ha salvado la vida “en medio de las dificultades económicas que enfrenta”.
De acuerdo con lo que expresó José Ángel al medio local, está “echándole muchas ganas” y “haciendo lo que sé hacer yo”, para poder llegar a Estados Unidos.
José Ángel, que se sabe “una pila de rancheras”, sobre todo de Vicente Fernández, calcula que estará en la ciudad fronteriza con Guatemala “por un tiempo”, hasta “tener el dinero” para seguir hasta la capital de México, donde pretende “seguir cantando” y “obtener una cita para pedir asilo en Estados Unidos”.
Asimismo, este joven, cuya esposa se reunirá pronto con él en Tapachula, piensa que, “con la ayuda de mis padres y de mi hermana que está en Estados Unidos”, todo “saldrá bien”, siempre con “Dios delante y conmigo detrás”.
Desde que llegó a Tapachula se puso a cantar en un bar para pagar la comida y la renta, pero allí “los ingresos no eran suficientes para cubrir sus necesidades básicas”, y “a veces” ni le pagaban.
Si bien en el bar “tenía que depender de las propinas de la gente”, al igual que en la calle, normalmente se para a cantar en un semáforo por el que “pasa mucha gente”. De hecho, va allí “todos los días” desde que descubrió que “ganaba buen dinero”.
Aunque hay “muchos que me apoyan y otros que no”, él canta “sin pena” porque “no tengo miedo escénico” y en la música ha encontrado una buena fuente de ingresos.
Desde Cuba le han dicho a este “gran guerrero” que tiene “una linda voz” y le han pedido que siga adelante para que “logres tus sueños”.
“Dios te va ayudar porque reflejas humildad y las ganas de salir adelante”; y “cantas muy lindo. Vas a cumplir tus sueños”, le aseguraron otros tras conocer su historia.
