La historia de este paquete de picadillo se asemeja al cuento del gallo que iba a la boda de su tío Perico. ¿Lo hubieses tú recogido?
Una cubana se encontró un paquete de picadillo en la calle, y al parecer se negó a recogerlo, pensando que tenía alguna brujería encima.
¡Aleluya! ¡Ha llegado la abundancia! Ahora el picadillo cae de los árboles, como las hojas,» dijo en el más puro sarcasmo Yordanka Cuza en una publicación vista en el grupo de Facebook, Mira lo que yo veo.
Varios de sus amigos y miembros del grupo comentaron sobre el inusual hallazgo. El paquete de picadillo no cayó de la mata ni del cielo, sino que de seguro se le cayó a alguien de una jaba, o una bicicleta, porque – de seguro – nadie hace brujería con un paquete de picadillo.
Sin embargo, para los que crean que Yordanka hizo mal en recogerlo, ella misma lo explica más adelante:
«Estaba en mal estado»
«Si sabía que estaba en mal estado es porque quiso recogerlo,» dice vía Whatsapp una amiga a la que le fue enviada la foto.
Y añade:
«Oye, yo hubiera hecho igual. Es más, cualquier cubano que se encuentre en la calle un paquete de picadillo se agacha a recogerlo. Más si está sellado el paquete,» añade Sairelys.
«Que nadie se haga, que yo los he visto recoger cosas caídas, incluso sin estar envueltas,» expresó.
Y no es falsa la afirmación.
No un paquete de picadillo, pero detergente líquido, aceite y huesos de res, son algunas de las cosas que han caído a la calle y luego han sido «recogidas» por alguien. O por muchos cubanos.
Ha sucedido en La Habana y en Cienfuegos, al menos donde ha sido documentado; y son la evidencia más explícita de la crisis económica que vive la isla.
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«El detergente pasa, pero ¿aceite?,» se pregunta Sairelys en la llamada.
El paquete de picadillo en el suelo le recuerda a este redactor la ocasión en que, un día, en la calle Santa Cruz de la provincia de Cienfuegos, un hombre que recién sacaba de la dulcería «Santa Teresa» un cake, al montarse en su bicicleta, perdió el equilibrio y se vino al suelo con cake y todo.
Cualquier otra persona se hubiese lamentado, desistido, pero… sucedió en el año 1994.
Ni corto ni perezoso, recogió toda la masa con merengue del suelo, la depositó sobre la tablilla y volvió al mostrador de la dulcería a pedirle al que allí estaba que volvieran a moldear el cake y que lo «empaquetaran» en merengue nuevamente.
Porque como bien reza el refrán «Lo que no mata, engorda» Y si es harina y azúcar, más todavía.
