Cuba: Un gato muerto, un gato cambiado (un gato preso)

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Mientras la primera dama de la república de Cuba Lis Cuesta Peraza se comporta cumbanchera y descarnada, la historia de un gato cazado en una feria de rodeo, presuntamente muerto, según las imágenes vistas en el video, cambiado después, transportado en peregrinaje «gubernamental» desde Boyeros a la Clínica de Infanta y Carlos III, muestra el deterioro gubernamental a todos los niveles.

Sobre la historia «del cambiazo», de cómo el gato enlazado en la feria pasó, de ser casi enteramente blanco, a ser de color carey, no ahondaremos mucho pues está descrita con todo su lujo de detalles en un reportaje hecho por la joven periodista Claudia Rafaela Ortíz Alba y en el que a las claras asoman deficiencias y lagunas mentales, engaños, mentiras, deshonestidad, por parte de no pocos involucrados en el traslado del gato desde un lado de la capital a otro (12 kilómetros de recorrido exactamente)

El resumen es así: el dizque artista – payaso – tenía dos gatos, no uno solo. El que enlazaron, presuntamente muerto, fue cambiado por este, por otro gato, y entregado a Carlos Manuel Ventura Acosta, Director General del Recinto Ferial Rancho Boyeros. Se lo entregó metido en un saco. Cerrado. Carlos Manuel ni siquiera abrió el saco.

Es decir: el gato fue trasladado casi sin aire, oscuro, dentro de un saco, durante 12 largos kilómetros y, ¿estas personas dicen amar y respetar a los animales? ¿Perdón?

La periodista Krystel Aspillaga, de la TV oficialista, entrevista en un reportaje a Ventura Acosta y a Yovani Gutiérrez Ravelo, Director del Centro Nacional de Sanidad Animal, adscrito al Ministerio de la Agricultura (MINAG)

En el reportaje se habla de «sanciones», «implicados» y «medidas», pero solo «se habla». No hay constancia de nada. Es la palabra de los funcionarios, que se limitan a la maldita circunstancia. Es decir: al dizque payaso y a los enlazadores. ¿Y ellos qué? ¿Y los fotógrafos de la prensa que estaba en el rodeo qué? ¿Y el público, que se divertía?

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Al final del reportaje la periodista alude a este asunto y lo resume de esta manera: esta historia no se trata de un gato; se trata de una sociedad fracturada, donde parece haberse perdido toda decencia y humanidad. Una sociedad donde al Estado no le preocupa que desde edades tempranas, a través del Ministerio de Educación y de los medios oficiales, se fomente el amor hacia los animales.

Mientras esa articulación de factores no se fomente desde la infancia, veremos gatos ahorcados, caballos apaleados, perros envenenados y una sociedad cada vez más decandente en su valores.

No pocos dirán «tanto lío por un gato», y no dirán que, por ejemplo, a Beatriz Batista, una de las animalistas cubanas más destacadas se le prohibió marchar el pasado domingo en el Día del Perro, bajo la amenaza de que si lo hacía, sería instruida con cargos de sedición. ¿¡Hello, Krystel Aspillaga!? La amenazó la Seguridad del Estado, que pertenece al estado cubano.

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Divididos en dos bandos, la inmensa mayoría de los cubanos que tienen dos dedos de frente asisten estupefactos al desastre del estreno, en Twitter, de Lis Cuesta Peraza, esposa del mandatario cubano Miguel Díaz-Canel.

Se burla ella y sonríe con sarcasmo. Dicen que no los entienden. Ni entienden a la Revolución, ni a lo que quieren hacer sus líderes.

Por reírse y burlarse, en ejercicio pleno de su derecho, sin ofender a nadie, desde hace un año está preso en una cárcel, otro «gato»: Yoandi Montiel Hernández.

Conocido como «El Gato de Cuba«, el joven, detenido desde el 12 de abril de 2021 y que estuvo 8 meses detenido en la cárcel de Valle Grande, en La Habana, imputado del delito de “desacato”, sin fecha de juicio, porque la Fiscalía no había concluido el expediente.

El ‘influencer’, finalmente fue condenado a dos años de cárcel por este «delito», de acostarse en una cama, «dar chucho» y describir la realidad cubana tal y cómo él la veía.

El lazo que ensarta a todos estos «gatos» – y al enjuiciamento de Yoandi Montiel – es un solo y tiene nombre. Se llama deterioro social. Desmadre. Despropósito. En Cuba ya nada funciona. Todo es un circo.

Y el que tenga dudas, que vaya a ver el Twitter de la Primera Dama.

O simplemente que exclame: ¡Que viva la salchicha! Si total…

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