El destacado economista estadounidense Steve Hanke ubicó a Cuba en el noveno puesto de su Índice Anual de Miseria 2022, que encabezan Zimbabue, Venezuela y Siria.
“En Cuba, las políticas económicas desastrosas han dejado al país en ruinas. No es de extrañar por qué la utopía comunista es el noveno país más miserable del mundo según el Índice Anual de Miseria de Hanke 2022”, publicó en Twitter el también profesor de la prestigiosa Universidad Johns Hopkins.
El método de Hanke para elaborar su índice consiste en la suma de las tasas de desempleo, de inflación y de interés de préstamos bancarios, a cuya resultado se le resta el crecimiento real del producto interno bruto per capita.
Un mayor puntaje del Índice de Miseria refleja un mayo nivel de miseria en un país, explica la tabla publicada por el experto.
El pasado año Cuba quedó en peor posición que Haití y apenas un puesto detrás de Ucrania, cuya economía quedó prácticamente paralizada desde febrero, cuando el ejército ruso inició la invasión de su territorio y estalló una guerra que no parece acabar.
El propio economista estadounidense precisó en diciembre que la isla cerró el año con el tercer peor índice de inflación del mundo, el mismo puesto que ocupó el peso cubano entre las monedas más devaluadas, sólo por detrás del dólar zimbabuense y el bolívar venezolano, en ese orden.
“La espiral de muerte económica de Cuba sigue girando a gran velocidad. Desde el 1 del año, el peso cubano se ha depreciado frente al USD en un 59%”, afirmó Hanke el 28 de diciembre.
Algunos especialistas han criticado la metodología utilizada por el experto estadounidense para medir la miseria, debido a que la consideran demasiado economicista y excluyente.
No obstante, tanto los datos oficiales publicados por el gobierno de Miguel Díaz-Canel como los análisis divulgados regularmente por economistas cubanos, muestran un panorama devastador, de estancamiento económico, elevada inflación y desplome del consumo.
En septiembre pasado, Pedro Monreal detalló que en 2021 el gobierno redujo un 53% su gasto en la asistencia social, al tiempo que la cifra de beneficiarios de esos programas registró un aumento del 111%, lo que a juicio del economista podría interpretarse como un incremento de la “pobreza crónica” en la isla.