Cubanos intercambian asistencia a «acto patriótico» por comida

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Un grupo de ancianos y adultos bien entrados en años, fueron vistos a las afueras de un restaurante – pizzería nombrado «El Patio», en lo que parece ser una acto patriótico, pero que al final se revela como un intercambio: les dieron comida por ir a gritar consignas.

Los asistentes, «aterrillados» bajo el sol, tenían todos en sus manos una jabita o bolsa de nylon. En los minutos finales del video se ve cómo dos de ellos ocupan su lugar en la cola, y luego entran al restaurante. ¿A qué? Pues a buscar comida.

No pasaban de 30, pero en las caras de todos, más que una convicción patriótica, se vislumbraba hambre y desesperanza. Gente que ha llegado al punto de intercambiar su presencia en un acto patriótico por un plato de comida, un muslo de pollo, o un paquete de picadillo.

Por más que algunos digan que el video «no está claro», no será esta la primera ocasión en que el gobierno, a través de algún funcionario de pacotilla, u organismo del montón, organiza un evento patriótico similar y termina premiando a los asistentes con algo para que contenten su estómago. Actos de la UJC «premiaban» a los asistentes con tickets para «La Cocinita», en Paseo y 1ra – donde actualmente se encuentra Galerías Paseo-; o con entradas para la discoteca de «El Comodoro», en los años 90.

Recientemente, los asistentes a la «espontánea» Tángana del Parque Trillo fueron premiados con comida: una lata de refresco y un bocadito. Si se suman experiencias similares, es muy probable que hayan premiado con un par de croquetas a todo el que gritó «Viva Fidel» un día de estos, cualquiera, en una actividad en un CDR de Santiago de Cuba.

Más que risible luce patético – por no decir deleznable – que un ser humano «cambie» su presencia en un acto de reafirmación por una Revolución que ya no siente, porque se le facilite la compra de determinado alimento.

Y aunque todos tenían su rostro tapado con un nasobuco, se nota en ellos la desesperación porque el hombre de la arenga, y otra que sucedió después, terminasen con su «cantata patriótica» y les permitieran a todos el acceso al restaurante pizzería, donde llenarían sus vacíos estómagos gracias a la comida de la Revolución.

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