En una carta dirigida al Primer Ministro de Cuba, Manuel Marrero, un ciudadano de Sancti Spíritus ha manifestado su profunda desconfianza hacia los esfuerzos del gobierno en la lucha contra la corrupción. La carta resalta la percepción de impunidad en múltiples casos de corrupción que han socavado la fe pública en las promesas de justicia y transparencia del régimen.
El ciudadano expresa que el pueblo cubano merece un gobierno que trabaje en su beneficio, demostrando un compromiso real con la justicia a través de acciones concretas. Señala además que solo con consecuencias tangibles para aquellos que violan la confianza pública se podrá restaurar la credibilidad en las «emotivas palabras» pronunciadas por los funcionarios en los medios de comunicación.
La carta ilustra la falta de credibilidad mediante analogías claras y directas.
«Si un borracho habitual dice que ya dejó de tomar, pero todos los días sale en estado de embriaguez, nadie le cree». De igual forma, la percepción de corrupción sin consecuencias concretas socava cualquier esfuerzo gubernamental para restaurar la confianza pública.
El denunciante destaca ejemplos específicos de corrupción en su provincia, mencionando a Manuel Rivero Avella, ex diputado y Director Provincial de Salud, acusado de malversación y robo. Pese a las denuncias y la percepción pública de sus fechorías, Rivero Avella fue promovido a un cargo superior, lo que, según los ciudadanos, demuestra la falta de seriedad del gobierno en combatir la corrupción.
En la carta se mencionan varios incidentes que refuerzan esta percepción de impunidad. Desde la malversación en la reparación de ambulancias hasta la protección de individuos implicados en escándalos, el denunciante describe una red de corrupción que parece inquebrantable. La carta también resalta el escepticismo de los propios comunistas y militantes del Partido Comunista de Cuba, quienes dudan de la voluntad del gobierno para abordar realmente la corrupción.
La crítica va más allá de los incidentes provinciales, cuestionando la efectividad de las políticas nacionales y destacando la desconexión entre el discurso oficial y las acciones concretas. El ciudadano concluye que mientras los delincuentes continúen actuando con impunidad y los dirigentes corruptos sean promovidos en lugar de sancionados, las promesas del gobierno valdrán «menos que la escupida de un borracho».
La carta, que puede descargarse aquí, expone ejemplos puntuales, con argumentos y pruebas de lo que sucede con determinadas personas en Sancti Spíritus a las que este ciudadano, a nombre de cientos o miles expone.
Esta carta refleja el clamor de una población cansada de la corrupción y deseosa de ver cambios reales y significativos en la administración de justicia en Cuba. La esperanza es que este llamado a la acción inspire un cambio tangible en la lucha contra la corrupción en el país.
A fin de cuentas no estamos hablando de cualquier provincia. Sancti Spíritus ha sido tristemente célebre en los últimos meses por al menos tres sonados actos de corrupción.
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