Balseros cubanos que llevaban 34 días sin dar señales de vida la han dado ahora, en Texas, EE.UU.
El hecho, sin dudas, da esperanzas no solo a los familiares, que los creían perdidos en el mar, sino a otras cientos de familias cuyos hijos, padres, hermanos, salieron de Cuba en balsa, y aún hoy tienen «paradero desconocido».
Salieron de Manzanillo (Granma) el pasado 20 de junio – Día de los Padres – y han dado fe de vida un mes después; el lunes 26 de julio.
Uno de estos balseros, Germán Ferrer, de 39 años, se comunicó con un familiar, dice Cibercuba Noticias.
Según los familiares y fuentes consultadas por Cibercuba, los balseros cubanos salieron de Manzanillo (Granma) a las once de la noche, del 20 de junio pasado. Eran quince a bordo de la embarcación.
Según las fuentes, los balseros cubanos habrían decidido ir navegando a Honduras, por la costa sur de Cuba, para evitar ser detectados por los guardacostas estadounidenses que patrullan celosamente el Estrecho de la Florida.
Se desconoce cuánto tiempo estuvieron en el mar, o por qué, tras tocar tierra, no decidieron avisar a sus familiares en la isla. Presumiblemente de Honduras, pasaron a territorio de Guatemala, y de allí llegaron a México.
Luego vendrían las jornadas, difíciles, atravesando territorio azteca, con la preocupación de caer en manos de los traficantes de personas; gente agrupada en bandas, pertenecientes a carteles de la droga o no, pero que como norma común tienen capturar a los migrantes, retenerlos en una casa, y desde allí extorsionar a sus familiares y amigos en EE.UU. Gente que no tiene el más mínimo respeto por la vida humana y que, para ellos, estos migrantes son solo $10 mil dólares. O $12 mil. Tal vez menos. Quien paga, sale con vida; el que no puede pagar, muere. O es abandonado a su suerte.
Ayer lunes 27 de junio, el servicio de Guardacostas de EE.UU. informó de la repatriación a Cuba de 27 balseros que fueron interceptatos a pocas millas de Cayo Hueso e Isla Morada, en los cayos de la Florida.
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Estos otros, aparecidos en Texas, decidieron eludir esa vía, pero mantuvieron en un vilo a sus familiares durante todo un mes.
Están vivos, ya en territorio norteamericano. Esto, ya de por sí, es una victoria.
Otros miles, no han podido vencer la barrera del mar. Otros cientos, la de las selvas centroamericanas.