En 1973, el joven cantautor cubano Amaury Pérez, de 19 años, asistió emocionado a los conciertos de Joan Manuel Serrat en el Teatro Amadeo Roldán de La Habana. Serrat, con 29 años, deslumbró al público con su elegancia y talento.
Un año después, en 1974, Pérez tuvo la oportunidad de conocer a Serrat gracias al cantautor Carlos Puebla, quien lo llevó al camerino del artista catalán. Allí, Serrat, mientras lustraba una de sus botas con un curioso dispositivo, invitó a Amaury Pérez a cenar tras el concierto. La velada en el Hotel Habana Libre fue inolvidable para el joven cubano, quien disfrutó de una cena opulenta y una conversación profunda con su ídolo.
Así lo recuerda ahora, 15 de diciembre, el propio Amaury, quien en un post de Facebook la definió como una de sus «estampas más celebradas mientras las estuve publicando.» Y es que Amaury, durante un tiempo, nos deleitó con anécdotas reales 100%, pero algunas de ellas bien jocosas, con situaciones algo disparatadas.
Esta, a la que hace referencia, es a la ocasión en que le “jineteó” unas botas del mismísimo Joan Manuel Serrat. Sí, porque no existe otro término para ello. ¿A quién se le ocurre quedarse con unas botas de otro que son, 4 números menos… ¡y ponérselas!
Pues… ¡A Amaury Pérez Vidal!
Amaury reseña cómo cenó junto a Serrat en la suite que este último ocupaba en el Hotel Habana Libre.
Whiskey, platos que Amaury apenas podía identificar y una conversación amena con uno de sus ídolos hicieron de la velada una «bacanal» inolvidable para el joven cubano. Pero la guinda del pastel fue el momento en que Serrat, con toda su generosidad mediterránea, decidió regalarle un par de sus botas a Amaury Pérez. Aquí es cuando la historia se complica, pues como el mismo Amaury explica, él calza un 11 y Serrat, un piadoso 7 y medio.
Guiado por la ilusión y el pánico escénico, Amaury «se puso las botas» literalmente hablando. Se llevó un buen par de botas en una acción que él llama «meter La Habana en Guanabacoa”. ¿Por qué no se las llevó en la mano? Nadie sabe y nadie jamás lo sabrá.
Sufriendo un auténtico vía crucis hasta su casa, el joven regresó caminando como un pato con juanetes mientras su madre, nuestra siempre adorada Consuelito Vidal, le preguntaba de dónde había robado semejante calzado.
A pesar del dolor y las heridas, Amaury Pérez conservó las botas de Serrat como un preciado recuerdo de aquella noche. Aunque jamás volvió a ponérselas —porque, claro, sus pies quedaron casi desfigurados—, y tampoco las regaló a uno más necesitado y que en verdad usase el 7 y medio, Amaury aún conserva aquellas botas cuarteadas y mohosas, como testimonio de una noche en la que el arte, la admiración y el calzado ajustado se conjugaron para sellar su amistad con el maestro Serrat. Una lección de vida: cuando un ídolo te regale algo, asegúrate de que te quede bien.
Las botas, aunque nunca más usadas, permanecen como símbolo de una amistad naciente y de una noche que marcó profundamente al joven cantautor cubano.
No está claro si Amaury Pérez se puso las botas de Serrat para la foto, tomada por su adorada Petí, pero en la foto que acompaña su post se le ven unas botas puestas. ¿Son las mismas botas de Joan Manuel Serrat? ¿Se las puso para la foto y se las quitó luego? Sería bueno verlas, aunque viejas y mohosas… Incluso, podrían subastarse.
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