La pantalla nacional volvió a iluminarse con la presencia de Nancy González. La actriz, una de las figuras más queridas de la televisión cubana, regresó al trabajo después de una batalla casi silenciosa contra un tumor benigno ubicado cerca de la segunda vértebra cervical, que la mantuvo alejada de los reflectores durante casi dos años.
El anuncio de su reaparición llegó de la mano del programa Suena Cuba, que celebró la noticia con un mensaje lleno de cariño en sus redes sociales: “Sobreviviente de un tumor cerca de la segunda vértebra cervical, hoy Nancy González regresa a la televisión cubana, bella, con una imagen renovada y más fuerte que nunca. ¡Miles de bendiciones para ella”!
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La publicación desató una ola de afecto inmediata: más de 30 mil reacciones y cientos de comentarios de admiradores agradecidos de verla nuevamente en escena. Su regreso no solo simboliza la superación de una crisis de salud, sino también la reafirmación de su vínculo con el público que la ha seguido por décadas.
Para muchos cubanos, Nancy no es solo la actriz de “Salir de noche”, “Su propia guerra” o, más recientemente, “Viceversa”; es también una mujer que ha sabido transitar con dignidad los desafíos de la vida dentro y fuera del set.
La historia detrás de este renacer comenzó en el Instituto de Neurología y Neurocirugía (INN), donde fue sometida a una delicada cirugía para extirpar el tumor que comprimía sus nervios y le provocaba dolores insoportables, además de dificultades motoras. En aquel entonces, su diagnóstico sorprendió incluso a los médicos, pues los síntomas iniciales apuntaban a simples crisis cervicales.
En declaraciones previas, la actriz relató que continuó cumpliendo con sus compromisos profesionales en la telenovela “Viceversa” mientras iniciaba su tratamiento, sostenida por la solidaridad de sus compañeros de elenco y la disciplina médica que la acompañó en cada paso. “Ahora solo me resta seguir las indicaciones de mis médicos para restablecerme totalmente y volver al trabajo, a la vida”, declaró entonces, sin sospechar que su regreso sería tan celebrado.
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Nancy no se ha limitado a la actuación, sino que ha encontrado nuevas formas de expresión creativa en los últimos años. La querida intérprete emprendió su propia compañía de producción de eventos y catering en La Habana, demostrando que la vocación artística puede reinventarse en distintos escenarios.
A pesar del susto y la pausa forzosa, la actriz nunca perdió la gratitud ni la fe. Ha repetido en varias ocasiones su reconocimiento a los especialistas del INN: “Fui testigo de su entrega al trabajo y su celo por dar lo mejor de sí”, comentó, conmovida por la profesionalidad y humanidad del equipo que la atendió. También dedicó palabras especiales a su esposo, sus hijas, familiares y amigos, pilares emocionales que la ayudaron a sostenerse cuando el dolor físico y la incertidumbre se volvieron abrumadores.
Su retorno a la televisión no es solo una noticia artística; es también una historia de resistencia, de cuerpo y espíritu. En un medio donde las apariencias suelen pesar más que las cicatrices, Nancy González se presenta ante las cámaras con una imagen renovada, pero sobre todo con una fortaleza interior que trasciende lo estético.
El público cubano la recibe como lo que es: una sobreviviente que, tras mirar de cerca la fragilidad, elige volver al arte. Y en ese gesto hay algo profundamente humano que trasciende la pantalla. Porque más allá de los aplausos y las luces del estudio, su regreso recuerda que la verdadera belleza está en persistir.
