Yosniel Alginis Villalon Lopez, un exjuez cubano de 34 años que huyó del régimen comunista tras negarse a condenar manifestantes del 11J, está detenido en un centro de ICE en Buffalo, Nueva York, después de que agentes fronterizos canadienses le negaran la entrada a Quebec, donde lo esperaba su esposa, la canadiense Stéphanie Penta.
El diario Montreal Gazzette señala que la pareja se había conocido en 2024 por Instagram y, tras meses de relación a distancia, se casaron en mayo de 2025 en Miami.
En junio, ella viajó con sus hijas a Nueva York para presentarle a Yosniel a su nueva familia. Todo parecía alinearse para un comienzo. Tras consultar con un abogado de inmigración, creyeron cumplir con la excepción familiar del Acuerdo de Tercer País Seguro (STCA), que permitiría a Yosniel entrar legalmente a Canadá. Pero el 2 de julio, cuando se presentó en el paso fronterizo de Lacolle con su documentación en regla, fue detenido por las autoridades canadienses.
Yosniel alegó que la entrevista con el CBSA estuvo mal traducida, mal entendida y sesgada. El agente —según su testimonio— lo acusó de casarse solo para inmigrar, desoyendo sus explicaciones, evidencias y hasta las fechas registradas de sus llamadas con el abogado. Poco después, fue entregado a ICE y trasladado a Batavia, una prisión migratoria. Según dijo desde detención, los oficiales lo han tratado con decencia, aunque el ambiente es duro: «Algunos lloran cada noche. Algunos no hablan. No es el paraíso».
Mientras tanto, Stéphanie se ha volcado a buscar abogados. Una funcionaria de ICE, inusualmente, escaneó y le envió desde su correo los documentos que el CBSA no quiso facilitar. La apelación está en curso, pero el panorama es incierto: si Canadá acepta reexaminar el caso, EE.UU. tendría que liberar a Yosniel bajo fianza. Pero nuevas directrices migratorias estadounidenses han endurecido las condiciones para esos permisos.
Mientras se agotan plazos y se acumulan costos legales, la hija menor de Stéphanie sigue preguntando: “¿Cuándo viene Yosniel?”. Por ahora, no hay respuesta.
“No tiene sentido”, dijo ella. “Él no hizo nada malo”. Si es deportado a Cuba, asegura, enfrentará cargos de traición. Y lo sabe muy bien. Porque ya una vez tuvo que esconderse para sobrevivir.
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