Yunior García: Anciana vuelve a dar la perorata

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Yunior García escuchó atentamente a la anciana, que en esta ocasión no expresó nada nuevo o distinto a lo que dijo en días pasados.

La única diferencia entre aquel discurso y este de ayer, es que ayer fue por el día; el otro, en horas de la noche.

Según se divulgó anoche, en horas de la mañana o del mediodía de ayer domingo – es impreciso – la anciana encargada de organizar un acto en la puerta de Yunior García Aguilera en días pasados volvió, esta vez a dar la misma perorata, con el mismo discurso y más o menos las mismas palabras.

Esta vez, eso sí, menos nerviosa. Al parecer había cogido un poco de más valor, o había vencido el miedo o roto el hielo.

Quién sabe si habría hecho como aquel, que un día, en la pseudorrepública tuvo que darse varios cañangazos de ron para anunciar a un politiquero de mala monta como el mejor de los candidatos electorales. Tanto tomó aquel, que en gloria esté, que se emborrachó, y terminó pronunciado la frase que quedará para la historia: «Ño, hasta borracho me da pena»

Mucha pena, y verguenza, desde ayer, viven miles de cubanos por el mundo tras ver lo que ha acontecido en Calle 27 entre 222 y 230. Reparto La Coronela; lugar donde, en un edificio de apartamentos, reside el dramaturgo cubano Yunior García junto a su familia.

Allí se apareció un grupo numeroso de personas, ninguno del barrio, según nos confirmó una fuente, para impedir que el joven Yunior García saliera de su casa.

«Ninguno vive siquiera cerca,» nos confirmó D.M., pero el vocero gubernamental Humberto López llegó allí, en su auto moderno que le obsequió el gobierno por su labor divisoria, para preguntarles:

«¿Quién los convocó?» ¡Nadie! respondieron al unísono.

Parece no, es difícil de creer tanta espontaneidad en esta labor de trasladarse sabe Dios desde donde, a violentar la paz de una persona que ni siquiera conoces; y de la cual solo te han dicho los medios de información controlados por el gobierno, lo que al gobierno le ha interesado que conozcas.

Un acto de repudio a una persona a la que, además, no la dejaron salir de su casa y hasta terminaron tapándoles las ventanas, desde el techo del edificio, con sendas banderas cubanas.

Dentro de toda esta barbarie gestada desde el oficialismo, que sin dudas parece querer hacer méritos para que le suceda como le sucedió al gobierno del Apartheid en Sudáfrica, el único acto de «civismo» – si es que puede llamársele así – fue la perorata que le dio la anciana, vecina de Yunior García Aguilera, en la puerta de su casa.

Destaca en Yunior García que este, al contrario de lo que sin dudas muy probablemente hubiesen hecho cualesquiera de esos «revolucionarios» que fueron a encerrarle en su apartamento, la escuchó de manera muy pacífico, y apenas se limitó a refutar con cortas palabras de «Eso no es así» a la anciana, la cual nuestra fuente no conoce a fondo como para asegurar que es revolucionaria 100 por ciento, o si es de esas «revolucionarias con pasaporte», en espera de que su hijo o hija asiente cabeza en el extranjero para que la reclame.

O revolucionaria como el fidelista Juan Carlos Cantero Rodríguez, el hombre que fue visto en las redes pidiéndole ayuda a un amigo suyo; haciéndole saber que su hijo, desde el exilio, ya no le estaba enviando los medicamentos que él necesitaba.

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