Miami siempre tiene historias que desafían la lógica, pero esta vez dos arrestos separados han dejado a más de uno con la boca abierta. Desde una madre que decidió usar una guitarra como arma de corrección hasta un hombre que reaccionó como si le hubieran impuesto la peor multa de su vida, todo ocurrió en un mismo lunes de furia en el sur de Florida.
Una guitarra, una escoba y una madre fuera de control
Sayda Orellana Castellanos, de 52 años, perdió la paciencia con su hija cuando la joven la hizo esperar más de diez minutos a la salida de la escuela en Little Havana, Miami. Pero lo que comenzó como una molestia por la tardanza, se convirtió en un episodio de violencia extrema cuando la madre descubrió que la demora se debía a que la niña estaba con un grupo de amigos varones. Según el reporte policial, la mujer desató una tormenta de insultos en el auto y, al llegar a casa, la obligó a hacer las tareas domésticas de inmediato.
Cuando la hija decidió cambiarse de ropa primero, Orellana Castellanos explotó de furia. La arrastró por el pasillo de la casa, la golpeó en la cara y, como si fuera poco, tomó una guitarra metálica colgada en la pared para seguir el ataque. No satisfecha con eso, utilizó un palo de escoba hasta partirlo en dos contra el cuerpo de la menor.
El brutal ataque quedó grabado en video gracias a la hermana de 15 años de la víctima, quien proporcionó las pruebas a la policía. La adolescente sufrió laceraciones en el rostro, un ojo amoratado y múltiples marcas en la espalda, con signos claros de desfiguración permanente, según el informe policial.
Orellana Castellanos fue arrestada y enfrenta cargos de abuso agravado y agresión con daños corporales graves. Permanece detenida en el Turner Guilford Knight Correctional Center mientras las autoridades investigan la custodia de las menores.
Un hombre, una multa y una amenaza de bala
Por otro lado, en Biscayne Park, Miami, un residente australiano tuvo una reacción completamente desproporcionada ante una simple multa de 25 dólares. Jacob Andrew Murphy, tras recibir una sanción por no recoger su basura a tiempo, decidió que la mejor forma de protestar era amenazar de muerte a un funcionario público.
Murphy llamó furioso a la oficina del inspector de códigos y, antes de que el oficial Rafael Gutiérrez pudiera explicarle la situación, lo interrumpió con gritos y amenazas.
«Si vuelves a pisar mi propiedad, te disparo», le advirtió sin titubeos. Como si eso no fuera suficiente, también lanzó insultos subidos de tono y exigió que le anularan la multa inmediatamente.
No conforme con su arrebato telefónico, Murphy fue directamente a la oficina de cumplimiento de códigos de Biscayne Park y armó un escándalo en el lobby, insultando al personal y llegando al punto de llamar «vaca gorda» a una voluntaria mayor de 65 años. Su actitud hostil llevó a los empleados a llamar a la policía.
En un principio, los oficiales no lo detuvieron y le permitieron regresar a su casa, pero tras revisar su historial y confirmar que solo había recibido una advertencia previa antes de la multa, decidieron arrestarlo en su domicilio por amenazas a un funcionario público.
Murphy fue encarcelado con una fianza de 2,500 dólares y, hasta el mediodía del martes, aún esperaba ser liberado.
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