Ulises Toirac, un prominente actor y humorista cubano, al que NADIE le puede arrebatar la gloria de burlarse él mismo de todo, e incluso de su fealdad física aparente, recientemente ha lanzado una crítica feroz contra Facebook y su uso de tecnologías de reconocimiento facial, que según él, discrimina en contra de ciertos usuarios. A través de una publicación en su perfil personal, Toirac compartió su experiencia frustrante con la plataforma, que temporalmente le denegó el acceso a su cuenta por un supuesto mal uso.
La controversia comenzó cuando, durante el proceso para recuperar su cuenta, Facebook solicitó a Toirac una fotografía de identificación.
Sin embargo, tras proporcionar la imagen requerida, la respuesta de la plataforma fue que no había un «rostro reconocible», negándole la verificación necesaria para el acceso.
Esta no es la primera vez que Toirac enfrenta problemas con el reconocimiento facial, según expresara él en su post. En sus palabras, describió cómo, incluso en fotografías grupales, la tecnología suele reconocer todos los rostros excepto el suyo, lo que él ilustró humorísticamente como si fuera «un trofeo deportivo con dos asas». Lo de las dos asas es por sus prominentes orejas, de las cuales hasta él mismo se burla.
Toirac utilizó su plataforma para expresar su descontento y preocupación por lo que considera una forma de discriminación tecnológica.
Esta discriminación, según él, es comparativamente dañina como la discriminación por sexo, raza o características físicas. Su relato pone de manifiesto un problema más amplio: la manera en que las tecnologías de reconocimiento facial pueden perpetuar desigualdades existentes o introducir nuevas formas de exclusión.
Más allá de la crítica, Toirac también encontró un lado positivo en su situación: la dificultad para ser identificado y rastreado por sistemas de vigilancia omnipresentes, refiriéndose a ellos como el «Gran Hermano». Aunque lo expresó con un tono sarcástico, el comentario destaca una realidad preocupante sobre la privacidad y el anonimato en la era digital.
La experiencia de Toirac resalta una faceta crítica del debate sobre la ética en la inteligencia artificial y la tecnología. La implementación de herramientas tecnológicas que afectan la vida diaria de las personas debe realizarse con una consideración cuidadosa de las consecuencias éticas, especialmente en términos de equidad y justicia.
La tecnología aun está a pruebas y no es eficaz cien por ciento, aun y cuando ya se utiliza en numerosos aeropuertos del mundo.
Hace cuestión de dos años, un hombre en Georgia fue detenido injustamente ya que la tecnología de reconocimiento facial lo identificó erróneamente como un criminal.
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Recientemente se hizo saber que, cerca de 7 mil personas que entraron a la final de la Copa América de Fútbol de manera ilegal, han sido reconocidos gracias al reconocimiento facial que ellos «aportan voluntariamente» a la hora de solicitar su entrada a los EE.UU. Los reconocidos, aseguran, serán llevados ante la justicia y se les prohibirá la entrada al país en una próxima ocasión.