Donald Trump, en su estilo inconfundible de lanzar bombas políticas desde la comodidad de Mar-a-Lago, ha vuelto a agitar las aguas de la democracia estadounidense. Esta vez no se trata de una acusación judicial ni de un apodo pintoresco para sus rivales. Es más serio —y más alarmante—: el presidente sugirió abiertamente que está considerando formas de postularse para un tercer mandato. Sí, un tercero.
En una entrevista telefónica con NBC News, Trump soltó la bomba: “No estoy bromeando”. Y aunque no detalló cómo podría lograrlo, aseguró que “hay métodos” para hacerlo. A bordo del Air Force One, fue aún más lejos: “Mucha gente me lo pide. Técnicamente sería un cuarto mandato, porque todos saben que el de 2020 me lo robaron”.
La Constitución de EE.UU., sin embargo, es clara: la Enmienda 22 prohíbe expresamente a cualquier persona ser elegida presidente más de dos veces. Pero para Trump, los límites parecen más bien sugerencias flexibles. “No quiero hablar de eso ahora”, dijo, como quien guarda un as bajo la manga.
Aunque no ofreció detalles, sugirió que una posible vía sería que su vicepresidente, JD Vance, se postule en 2028 y le “pase el bastón” luego. “Esa es una opción… pero hay otras”, dejó caer. ¿Un enroque presidencial? ¿Una interpretación creativa del marco legal? Por el momento, todo suena más a globo de ensayo que a plan concreto.
Voces legales, como la del profesor Jeremy Paul, han sido tajantes: no hay argumentos creíbles para sortear la prohibición constitucional. Otros expertos recuerdan que, incluso si lo intentara, necesitaría una complicidad masiva de legisladores, jueces, funcionarios estatales y votantes.
Lo que sí es innegable es que Trump busca proyectar fortaleza. Ya ha firmado más de 90 órdenes ejecutivas este año, desde declarar emergencia energética hasta restablecer el uso de la pena de muerte. Un ritmo frenético para quien dice no pensar (aún) en 2029.
Entre las más controversiales órdenes ejecutivas firmadas por Trump en 2025, destacan varias por su fuerte carga ideológica, impacto social o implicaciones legales. Aquí te menciono algunas – cinco – que han generado más polémica:
- EO 14155: Retiro de EE.UU. de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
Reaviva el aislamiento internacional y deja interrogantes sobre la preparación sanitaria global del país. - EO 14151: Eliminación de programas DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión)
Esta medida fue celebrada por sectores conservadores, pero duramente criticada por activistas y académicos por desmantelar políticas de inclusión en el gobierno. - EO 14224: Designación del inglés como idioma oficial de EE.UU.
Aunque simbólica, esta orden es vista por muchos como un mensaje excluyente hacia las comunidades no angloparlantes, en particular los latinos. - EO 14101: Prohibición de hombres en deportes femeninos
Otra orden con fuerte carga ideológica, enfocada en restringir la participación de personas transgénero en competencias deportivas según su identidad de género. - EO 14149: Restauración de la libertad de expresión y fin de la “censura federal”
Esta orden podría limitar las acciones del gobierno contra la desinformación, abriendo puertas a teorías conspirativas y contenidos peligrosos en redes sociales.
Cada una de estas medidas forma parte de un paquete que parece diseñado no solo para gobernar, sino para agitar la base electoral trumpista. Y eso encaja perfectamente con la idea de un Trump que, a pesar de la Constitución, ya tantea un camino hacia un improbable (pero no impensado) tercer mandato.
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