Tras días de rumores, titulares cruzados y un silencio que se hacía cada vez más ruidoso, Juan Espinosa, “Carlitos El Productor”, regresó al set de El Gordo y la Flaca como quien vuelve a su casa después de un mal capítulo. Lo hizo a su estilo: con carcajadas, parodias y ese humor desparpajado que tanto conecta con el público cubano, dentro y fuera de Miami.
La polémica no era menor. El pasado domingo, Carlitos fue arrestado en el condado de Brevard, Florida, por presuntamente conducir en estado de ebriedad, a exceso de velocidad, y con su esposa e hijos menores a bordo. La noticia causó revuelo no solo en medios de habla hispana como Telemundo, sino también en redes sociales, donde el debate fue tan variado como encendido. Algunos lo criticaron con dureza; otros, más empáticos, lo defendieron con ese típico “eso le pasa a cualquiera”.
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El regreso del humorista cubano se produjo este miércoles, en medio de una gran expectativa. La audiencia de Univision llevaba días preguntándose si Carlitos volvería o si su ausencia marcaría un cambio en el programa. Pero fiel a su estilo, el humorista decidió no hablar del incidente y, en cambio, reapareció haciendo lo que mejor sabe: provocar risas.
Vestido como Tom Cruise, Carlitos se lanzó a hacer una parodia de Misión Imposible directamente en el set. Entre acrobacias improvisadas y guiños al cine de acción, logró lo impensable: que el foco volviera al entretenimiento. Lili Estefan, visiblemente emocionada, lo recibió con una sonrisa y un gesto de apoyo. “Gracias por acompañarnos”, le dijo, con una mano en el hombro, como quien sabe que la risa también puede ser redentora.
En la cultura cubana, el humor no es solo distracción: es forma de resistencia, catarsis y, muchas veces, de perdón. “Carlitos le da vida al programa”, decía uno de los miles de comentarios en Instagram celebrando su retorno. Y es que, más allá del escándalo, el público siente que el humorista forma parte del paisaje afectivo del show.
Por supuesto, no faltaron quienes señalaron la gravedad del asunto. Conducir bajo los efectos del alcohol, especialmente con niños en el carro, es una falta seria. Sin embargo, también hay una comprensión cultural que opera bajo la lógica del “no somos perfectos”, tan presente en la vida cotidiana de los cubanos, ya sea en La Habana, Hialeah o Madrid. La palabra ‘supuestamente’, tan repetida en los titulares, ha sido una clave para quienes aún dan beneficio de la duda.
