Ambos testimonios han encendido un debate en la comunidad cubana, tanto en Estados Unidos como en la isla. Por un lado, muchos apoyan la decisión de no recibir a recién llegados cuando no hay gratitud de por medio, mientras que otros insisten en que la solidaridad es clave en momentos difíciles. Al mismo tiempo, el derecho de regresar a Cuba para ver a la familia ha abierto otro frente de discusión, donde se cuestionan los límites entre el apoyo personal y las implicaciones políticas.