Cuba carga con décadas de deterioro, pero su futuro podría ser radicalmente distinto si cambia las reglas que hoy frenan cualquier progreso. La isla posee ventajas estratégicas —posición geográfica, capital humano, diáspora conectada— que han permitido a otros países similares transformarse tras abandonar modelos cerrados. Vietnam, Polonia o Panamá muestran que, con instituciones estables, propiedad privada y apertura al mundo, la recuperación es posible. El potencial de Cuba no es una fantasía; es una oportunidad concreta que depende de decisiones internas, no de milagros externos.
Antilles Gold comenzó la construcción de la mina Nueva Sabana, un proyecto de cobre y oro desarrollado junto a la estatal Geominera en el centro de Cuba. Con ingeniería china, financiamiento estructurado fuera del sistema bancario cubano y contratos ya firmados para la venta de concentrados, la compañía apuesta por operar a finales de 2026 pese al impacto de las sanciones estadounidenses y a las limitaciones de crédito. La mina es presentada como la primera pieza de una plataforma minera más amplia dentro del país.
Si se superan las barreras políticas y se garantiza el apoyo necesario, este proyecto podría ser un paso importante hacia la revitalización de la agricultura cubana y la mejora de la seguridad alimentaria en la isla.
La inversión extranjera podría ser clave para la supervivencia y eventual recuperación de Cuba. La pregunta que queda en el aire es si estos esfuerzos serán suficientes para revertir la tendencia de hundimiento y comenzar un nuevo capítulo de prosperidad y estabilidad para el pueblo cubano.
Hasta el propio sistema se devora sus intenciones de florecimiento comercial, con las trabas burocráticas en Cuba
Cuba parece resuelta a dejar a un lado...