El mapa de daños que justifica la magnitud del pedido no necesita adornos. Granma, Santiago de Cuba, Holguín y Guantánamo concentran deslizamientos, derrumbes de viviendas, afectaciones masivas en redes eléctricas y cortes de rutas; los boletines de OCHA venían alertando desde finales de octubre que la fragilidad de la infraestructura y los servicios haría más prolongada la vulnerabilidad de hasta tres millones de personas si la reconexión eléctrica y de telecomunicaciones no avanzaba con rapidez.
La gran lección de Melissa —y quizás la más dolorosa— es que la resiliencia cubana existe, pero no puede seguir siendo la única política pública que funcione. La ayuda internacional y los esfuerzos privados están parcheando huecos que deberían estar cubiertos por un sistema robusto de prevención y recuperación. La gente está salvando a la gente, como siempre. Y eso es admirable. Pero también es una señal de alarma.
Mientras Andy sigue luchando por su vida, su familia sigue apelando al apoyo colectivo, tanto material como espiritual. La campaña continúa abierta en la plataforma GoFundMe, con la esperanza de alcanzar el objetivo y, sobre todo, de ver al pequeño recuperarse. Porque cuando el amor se moviliza, la solidaridad puede convertirse en el milagro que falta.
El caso de Ediesky Piñeiro ha resonado con fuerza en las redes sociales, no solo por la brutalidad del crimen, sino por las circunstancias que rodean a la familia: una madre con dos hijas pequeñas, sin recursos, intentando salir adelante tras una pérdida irreparable.
Un llamado solidario ha sido lanzado por Guillermo Rodríguez Sánchez, quien ha utilizado las redes sociales para solicitar apoyo. "Si alguien tiene una silla de ruedas nueva o en buen estado, ya sea en Cuba o desde el exterior, por favor, contacte enseguida. Estará ayudando a cambiar la vida de esta niña", expresó en su publicación.
La población afectada se enfrenta a una realidad compleja, en la que la ayuda humanitaria llega con limitaciones y en condiciones que evidencian las carencias estructurales de la isla para gestionar crisis de gran magnitud
Vecinos y seguidores de la publicación se conmovieron con la situación y, gracias a la colaboración de varias personas, Tan Estrada pudo llegar hasta la casa de Roelbis y su abuela, ubicada en el barrio Nuevo Salomé, en condiciones de extrema pobreza.
“Yo no vine a este país con el propósito de rendirme. Vine con muchos deseos de trabajar y aunque me pongan una traba y otra traba, yo voy a salir adelante, porque fue la promesa que le hice a mi mamá”, afirmó el joven con determinación.
Además de la dificultad de no encontrar trabajo, enfrenta una amenaza inminente que agrava su ya delicada situación: el desalojo del modesto tráiler donde vive con sus hijas.
La pérdida de estos dos cubanos ha dejado un vacío en el corazón de muchos, y su memoria se honra con cada contribución que acerca a sus cuerpos a casa. La comunidad cubana en el exilio continúa demostrando su fuerza y compasión, uniendo esfuerzos para asegurar que, incluso en la muerte, sus compatriotas no estén solos.
Su labor no solo ha proporcionado hogares a quienes más lo necesitan sino que también ha inspirado a otros a contribuir y a participar en la creación de una comunidad más unida y solidaria.
Marina, de tan solo cuatro años, se encuentra actualmente en cuidados intensivos, luchando por su vida. La gravedad de sus lesiones ha requerido de atención médica especializada y continuada, lo que ha generado gastos médicos considerables.