Muy poco se sabe de la actriz cubana Solange Ramón, quien acompañó a varias generaciones de cubanos interpretando a Anita en el programa «La Sombrilla Amarilla», y mantiene un perfil bastante bajo en redes sociales. Al igual que muchos de sus colegas, Solange ya no reside en Cuba.
La actriz lleva viviendo en España desde hace muchos años, donde ha formado su familia junto a sus dos hijas: Habana, de 12 años, y Camila, de 7, y su madre que vivía en Estados Unidos pero se mudó junto a ella, según comentó en una reciente entrevista para Cubaactores.
Sin dudas, el papel que la catapultó a la fama en Cuba fue el de Anita, una etapa que ella misma considera una escuela, en parte gracias a la colaboración con actores cubanos de renombre como Michaelis Cué (quien interpretaba a Enrique Chiquito en «La Sombrilla Amarilla») y Norma Reina (Marcolina).
«Anita me ha acompañado toda la vida, aún la gente se acuerda. Donde vivo, si encuentro algún cubano contemporáneo conmigo, me dice que ha crecido mirando el programa. A Anita le debo todo: a su frescura, a su ingenuidad, al haberme acercado al mundo infantil que quiero muchísimo y al que le tengo tanto respeto», comentó Ramón en la entrevista.
A pesar de que el personaje de Anita fue lo más conocido de su carrera en la Isla, Solange también participó en otras producciones cubanas, como la telenovela “Retrato de Mujer” y la serie “El Conde de Montecristo”. Además, fue presentadora en los programas “Cuerda Viva” y “Somos Multitud”.
Ramón también tuvo presencia en la pantalla grande con la película de 2006, “Páginas del diario de Mauricio”, dirigida por el cineasta cubano Manuel Pérez Paredes. En esta película compartió créditos con actores como Rolando Brito, Blanca Rosa Blanco, Larisa Vega y Enrique Molina.
Tras su llegada a España, fue justamente este filme lo que la hizo descubrir aspectos del mundo del espectáculo que no le convencieron, ya que se había presentado dos veces en el país europeo.
«Conocí a personas influyentes en el mundo de la interpretación, productores, representantes…Las ofertas de trabajo y condiciones, por lo menos para mí, en esa época eran bastante turbias», explicó.
«Me di cuenta de que las cosas en España funcionan de diferente manera, o tienes padrino o un representante, el cual te saca el dinero, o entrabas en un tipo de complacencia, y ninguna de las tres me interesaban. Luego noté que muchas personas se hacían famosas por razones que para mí no tenían mérito, por estar con alguien, por un escándalo, y la prensa rosa es bastante cruel», agregó.
Este desencanto la llevó a alejarse de la popularidad y la fama, enfocándose en su vida familiar sin desvincularse completamente del arte. Como se puede ver en sus redes sociales, sigue vinculada al canto, la animación y otras actividades.
Además, Ramón se ha dedicado al mundo inmobiliario: «Es algo que me apasiona, no pensé que un trabajo tan serio me fuera a gustar tanto, y, sobre todo, porque me planteé como reto cambiar la percepción que tiene la gente en España sobre las inmobiliarias, que piensan que lo único que quieren es dinero. Siempre enfoco mi trabajo desde lo humano, no vendo ladrillos, ni casas, sino historias y es muy difícil ponerle un precio a eso».
«Cada persona que me confía su vivienda para que la venda, me está confiando una parte de su vida, donde crecieron sus hijos. Todo el tema de la financiación, yo que he sido tan mala en matemáticas, al final me he aplicado mucho y me gusta bastante. En verano la compagino con animación en hoteles, sigo cantando con mi grupo de música, en fin, no paro», añadió.
En la misma entrevista, la actriz de 44 años habló sobre lo que más extraña de Cuba: «La Cuba que dejé y que sé que ya no existe. Hablar de Cuba es siempre doloroso ‘Cuba es un tatuaje en el corazón’, siempre la llevo dentro, y me lo quise poner en la pierna».
«Extraño los atardeceres en el malecón, no puedes imaginar cuánto extraño el mar en calma. Cádiz es una ciudad preciosa, y se parece muchísimo a La Habana, pero el mar nunca está en calma, siempre hay olas, viento, es revuelto y frío. Extraño la juventud que viví en Cuba, pero no me arrepiento de ninguna decisión que haya tomado», añadía.
«Siempre llevo mi cubanía con orgullo, y cuando la gente me dice que no parezco de allá, digo que en la Isla hay de todo. Por eso me la quise tatuar, porque soy ‘Made in Cuba’. Por muchos años que pase fuera, Cuba siempre está en mí», concluyó.