Sobrevivientes de accidentes aéreos: Vesna Vulović; la mujer que cayó desde 33 mil pies de altura y vivió para contarlo

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En la historia de la aviación hay tragedias que estremecen por su magnitud, y hay milagros que desconciertan incluso a la ciencia. Ahora, tras conocer de Vishwash Kumar Ramesh, ciudadano británico de 40 años, único sobreviviente del vuelo AI-171 de Air India, que se estrelló ayer jueves en la India, he recordado uno de estos milagros que también tiene nombre propio: Vesna Vulović, la joven azafata yugoslava que el 26 de enero de 1972 cayó desde 33 mil pies de altura —unos 10 mil metros— y vivió para contarlo. Su caso no solo desafió las leyes de la física, sino que quedó registrado en el Libro Guinness de los Récords como la mayor caída libre jamás sobrevivida sin paracaídas.

Ese día, el vuelo 367 de la aerolínea JAT viajaba de Copenhague a Belgrado con 28 personas a bordo. La aeronave explotó en pleno vuelo sobre el territorio de la entonces Checoslovaquia. La causa, según se sospecha, fue una bomba colocada en el compartimiento de equipajes, aunque nadie fue jamás arrestado ni condenado por el atentado. El avión se partió en el aire, y el cuerpo de Vesna fue lanzado junto con el resto del fuselaje al vacío.

Pero el destino jugó una carta insólita. Vesna, que entonces tenía solo 22 años, quedó atrapada, sin poder moverse, por un carrito de comida en la sección trasera del avión, la cual cayó en una zona boscosa y nevada que amortiguó parcialmente el impacto. Fue allí donde un aldeano, para mayor suerte suya, exmédico del ejército, de nombre Bruno Honke, la encontró viva y le prestó primeros auxilios hasta que llegaron los rescatistas.

El cuerpo de Vesna Vulović estaba devastado: fractura de cráneo, piernas rotas, vértebras partidas, además de múltiples lesiones internas. Pasó días en coma, con parálisis temporal, pero eventualmente se recuperó, aunque su movilidad quedó reducida de por vida, con una notable cojera. A pesar de las secuelas, Vesna volvió a trabajar en la compañía JAT, pero en funciones de oficina.

Su caso se convirtió rápidamente en una sensación internacional. Vesna Vulović fue aclamada como heroína en Yugoslavia, entrevistada en medios de todo el mundo, y su nombre quedó unido a una de las hazañas más inexplicables de supervivencia humana. Sin memoria del accidente —lo cual los expertos consideran un mecanismo de protección del cerebro—, Vesna dedicó su vida a hablar del valor de la paz y la vida. Murió en 2016, pero su historia sigue inspirando hasta hoy. Vesna falleció, de muerte natural en Belgrado, el 23 de diciembre de 2016.

No es la única mujer en tener el dudoso honor de sobrevivir a una catástrofe aérea. En La Habana, el 18 de mayo de 2018, la joven Mailén Díaz Almaguer, entonces estudiante de enfermería, fue la única sobreviviente del vuelo CU-972 de Cubana de Aviación, que se estrelló minutos después de despegar del Aeropuerto José Martí.

El accidente dejó 112 muertos. Mailén fue rescatada entre hierros retorcidos, con quemaduras severas, fracturas múltiples, y lesiones irreversibles que la dejaron parapléjica y con una pierna amputada. Su recuperación fue larga y dolorosa. Años después, ha reclamado el abandono de las autoridades cubanas, pero también ha sido ejemplo de fuerza ante la adversidad.

Otra historia igualmente impactante es la de Larisa Savitskaia, ciudadana soviética que sobrevivió a la colisión de un avión militar con el vuelo civil en el que viajaba en 1981. Tenía apenas 20 años y regresaba de su luna de miel cuando los restos del avión cayeron desde más de 5 000 metros de altura sobre los bosques de Siberia. Larisa fue hallada con vida entre los fragmentos del fuselaje. Su caso ha sido recientemente llevado al cine ruso bajo el título La sobreviviente: la caída del vuelo 811 (pueden ver la película aquí)

Y ahora, en junio de 2025, un nuevo nombre se suma a esta reducida pero impactante lista: Vishwash Kumar Ramesh, ciudadano británico de 40 años, único sobreviviente del vuelo AI-171 de Air India, que se estrelló segundos después de despegar del aeropuerto de Ahmedabad, con 242 personas a bordo. “Treinta segundos después del despegue se escuchó un fuerte ruido y el avión se estrelló. Todo sucedió rapidísimo”, contó desde el hospital donde se recupera de fracturas en el pecho, los ojos y los pies. Su hermano, que viajaba con él, no sobrevivió.

Fue hallado con vida entre los restos del Boeing 787-8 Dreamliner, carbonizado, por los equipos de rescate que, según informes, ya habían asumido que no quedaba nadie con vida. La noticia de su milagrosa supervivencia dio la vuelta al mundo y recordó que, incluso en los momentos más devastadores, hay excepciones que rompen la regla, cuerpos que desafían las probabilidades y nombres que quedan para siempre en la memoria colectiva de lo imposible.

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