En una muestra de lo que parece ser un capítulo más de la «épica resistencia cubana», el primer ministro Manuel Marrero ha asegurado que las penurias que sufre la población, incluidos los apagones que tienen a la Isla en la oscuridad, son simplemente el preludio de tiempos mejores.
En una reciente entrevista con la cadena iraní Hispan TV, Marrero, siempre fiel a la retórica revolucionaria, afirmó que la economía cubana experimentará una mejoría en unos cinco años, pero que para llegar a ese futuro brillante, el pueblo deberá hacer, una vez más, los «sacrificios necesarios». Todo esto, claro está, sin arriesgar los invaluables principios de la Revolución.
Y claro, sin que él se sacrifique siquiera en lo más mínimo. Ni siquiera un tin. Ni él ni su familia inmediata.
Mientras tanto, los cubanos siguen enfrentando apagones masivos que han convertido las noches de verano en auténticas pesadillas. La Unión Eléctrica (UNE) anunció que los cortes de energía continuarán al menos hasta el domingo, ya que varias unidades termoeléctricas están fuera de servicio por averías.
Los cubanos, que ya están acostumbrados a estas interrupciones, se ven obligados a soportar hasta 19 horas seguidas sin electricidad, lidiando con un calor sofocante y una plaga de mosquitos que no perdona.
Así recogía su sentir sobre todo esto el periodista independiente José Luis Tan Estrada desde la provincia de Camagüey.
El periodista tiene pineado en su perfil de Facebook, desde el 17 de Mayo, una publicación en la que reza:
Un post muy a tono con declaraciones dadas por el jerifalte cubano Díaz-Canel, en las que hablaba a los cubanos sobre «sueños». Los comentarios en la publicación, que ha sido viral en Facebook, demuestran lo imposible de conseguir esos sueños en las actuales circunstancias de crisis que vive el país y de la que no parecen estar consciente ellos, los dirigentes cubanos, en su verdadera magnitud.
El socialismo, ese dulce camino lleno de espinas
Marrero no tuvo reparos en recalcar que el camino del socialismo es «muy duro» y «muy difícil», pero aseguró que, como en los cuentos de hadas, al final habrá frutos.
Sin embargo, estos frutos, a juzgar por las palabras del primer ministro, solo llegarán con los sacrificios del pueblo.
Es decir, el mismo pueblo que ha soportado décadas de escasez, represión y ahora, cortes eléctricos interminables, debe prepararse para más de lo mismo en los próximos cinco años. Pero no se preocupen, porque, según Marrero, «nunca prometemos a nuestro pueblo lo que no vamos a poder dar». ¿Promesas cumplidas? Eso ya es otra historia, y por ese camino podemos recordar que Cuba iba a ser el país con mayor PIB de Latinoamérica, superior incluso a los EE.UU. El más industrializado. Que los cubanos irían a la bodega a pedir lo que les hiciera falta y se le daría sin cobrarles un centavo.
Y claro, el vasito de leche.
La realidad en la Habana. Los sacrificios que nunca terminan
Mientras tanto, en La Habana, Lydia, una madre de dos niños pequeños, relata cómo su familia se ve obligada a «pasar el cable» a la vecina para tener electricidad unas horas.
En Luyanó, un barrio capitalino, los apagones son tan frecuentes que los vecinos han desarrollado su propio sistema de supervivencia, alternando el uso de electricidad entre las casas, recoge en una nota el portal 14ymedio.
«La gente está encendida, pero solo hubo unos gritos sueltos en los balcones contra el régimen», comentaba Lydia al reportero, con una mezcla de resignación e ironía.
El propio medio señala que las declaraciones de Marrero vienen acompañadas de un nuevo paquete normativo que restringe aún más la ya limitada actividad privada en la Isla.
La creación del Instituto Nacional de Actores Económicos no Estatales y la prohibición de 125 actividades para su ejercicio privado son solo algunos de los «ajustes» que, según el Gobierno, ayudarán a «corregir distorsiones y reimpulsar la economía». Para los economistas y expertos, estas medidas no son más que un intento de asfixiar aún más la iniciativa privada en un país donde la escasez y la falta de libertad son la norma.
El primer ministro celebró, además, el apoyo recibido por parte de aliados como Irán, Venezuela y Rusia, quienes han ayudado a Cuba a sortear los momentos más difíciles de la crisis.
Sin embargo, este «colchón» internacional parece insuficiente cuando se enfrenta a la realidad diaria de los cubanos, que no solo deben lidiar con la falta de electricidad, sino también con la escasez de alimentos, medicinas y otros productos básicos.
Promesas y más promesas
«Nunca renunciaremos a nuestro Socialismo de justicia social; lo perfeccionaremos constantemente», aseguró Marrero, mientras prometía que, con tiempo, paciencia y más sacrificios, la situación mejorará.

No obstante, para muchos cubanos, estas palabras suenan vacías y distantes. Después de todo, las promesas de mejoras futuras han sido una constante en el discurso oficial desde hace décadas, pero la realidad ha demostrado ser mucho más dura.
14ymedio señala que en barrios como Marianao, Cerro y Lawton, la situación es particularmente grave. Los apagones no solo interrumpen la vida cotidiana, sino que también agravan los problemas de salud pública. Sin electricidad, las condiciones de vida empeoran, y las enfermedades se propagan con mayor facilidad. Las noches sin luz son una tortura para los habitantes, que deben soportar el calor, los mosquitos y la incertidumbre de no saber cuándo volverá la electricidad
¿Hasta cuándo?
La pregunta que muchos cubanos se hacen es: ¿hasta cuándo podrán soportar esta situación? La respuesta, según Marrero, parece ser: «hasta la victoria siempre». Pero para un pueblo que ha sido testigo de promesas incumplidas y sacrificios constantes, esta respuesta no es suficiente.
Mientras tanto, la UNE sigue trabajando para reincorporar las unidades averiadas de las termoeléctricas Carlos Manuel de Céspedes y Felton. Se espera que la situación mejore ligeramente cuando estas unidades vuelvan a operar, pero los apagones continuarán siendo una realidad diaria para millones de cubanos.
Los apagones, la escasez y la represión continúan siendo el pan de cada día en un país donde las promesas de un mañana mejor han dejado de tener credibilidad. El camino del socialismo, según el primer ministro, es «duro y difícil», pero para los cubanos, lo que realmente importa es si alguna vez llegarán a ver esos tan prometidos frutos. Por ahora, solo ven oscuridad.
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