En el siempre encendido universo de la farándula cubana, un nuevo episodio ha puesto a arder las redes y a temblar las lenguas más venenosas. Esta vez, los protagonistas son dos figuras conocidas por no tener pelos en la lengua: la explosiva cantante Seidy La Niña y el polémico influencer Alexander Otaola. ¿El motivo del escándalo? Una demanda por difamación que ha hecho correr ríos de tinta digital.
Todo comenzó cuando Seidy, en uno de sus directos cargados de sinceridad y fuego, dejó entrever —alegadamente, como ella misma aclara— que Otaola habría tenido relaciones inapropiadas con menores de edad. Una acusación tan seria como escandalosa, que no tardó en provocar la furia del presentador y ex candidato a la alcaldía de Miami-Dade, quien, rodeado de sus abogadas y envuelto en un aire de justicia divina, anunció que llevaría el asunto a los tribunales.
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Pero Seidy no es de las que se achican ante las amenazas. Como toda diva empoderada, se plantó frente a la cámara con temple, pintalabios intacto y mirada desafiante para lanzar un mensaje a sus seguidores —y de paso, a sus detractores. “Estoy en un país de leyes”, dijo, con voz firme, “y si tú cumples con la ley, no tienes nada que temer. Y yo lo he hecho… alegadamente”.
Sí, con ese toque irónico que la caracteriza, Seidy recordó que, tal como hace Otaola en su canal de YouTube para protegerse legalmente, ella también usó el bendito término “alegadamente”. ¿Ironía del destino o jugada maestra? Lo cierto es que, desde su trinchera, la artista se muestra serena y poderosa, como una reina que no baja la cabeza ante la presión mediática.
“¿Miedo? ¿Cuál miedo?”, soltó con ese tono que mezcla dignidad y despecho. “Yo nunca he difamado a nadie, yo no me meto en casa de nadie para que nadie se meta en la mía”, afirmó, mientras miles de seguidores le enviaban mensajes de apoyo y preocupación.
