La procesión de la Virgen de Regla y de la patrona de Cuba, «Cachita», es un reflejo del estado de ánimo en Cuba, donde la devoción y la fe coexisten con un profundo descontento hacia la situación política y económica.
Aunque ambos eventos culminaron sin mayores contratiempos, la continua vigilancia del régimen sugiere que el gobierno está cada vez más alerta ante cualquier señal de rebelión popular, consciente del potencial que tienen estos eventos para convertirse en puntos de encuentro para la disidencia.
Este fin de semana, cientos de devotos cubanos salieron a las calles para las tradicionales procesiones a la Virgen de Regla, una figura venerada tanto en la religión católica como en la santería, donde se le asocia con Yemayá, la diosa del mar; y también en la procesión de la Virgen de la Caridad del Cobre.
A pesar de ser ambas ceremonias religiosas, el evento estuvo marcado por la notable presencia de agentes de la Seguridad del Estado, lo que pone de manifiesto el creciente temor del régimen cubano a las manifestaciones populares.
Incluso dentro de la iglesia, donde se celebró la víspera una misa espiritual, los conocidos «segurosos» se colaron dentro del recinto.
Desde el levantamiento del 11 de julio de 2021, cuando miles de cubanos salieron a las calles exigiendo libertad y mejores condiciones de vida, el gobierno ha reforzado las medidas de control sobre cualquier actividad masiva.
Las procesiones a la Virgen de Regla y a la Virgen de la Caridad del Cobre, no iban a ser una excepción.
Agentes de tropas especiales, conocidas como las «boinas negras», vestidos de civil, junto a otros cuerpos de seguridad, se desplegaron estratégicamente a lo largo del recorrido e incluso se mezclaron dentro de la multitud. Este tipo de presencia militar busca evitar que las procesiones religiosas, que tradicionalmente congregan a muchas personas, se conviertan en plataformas para expresar el descontento popular.
«Yo me tropecé con dos que conozco. Andaban serios, Mirándolo todo,» dijo a este redactor Aurelio Pacheco, vecino de Centro Habana.
«Otros iban filmándolo todo, como si fueran curiosos; pero eso es por si pasaba algo, tener ya las imágenes. Por los videos del 11J es que lograron meter a mucha gente presa; por eso filmaban,» dijo por su parte, también a este redactor, G.G., una cubana que estuvo presente en la salida por el Vedado, de «Cachita.»
La imagen de la Virgen de Regla, vestida de azul y blanco, fue llevada el sábado por las calles de su municipio en una procesión solemne, acompañada por cánticos religiosos y las oraciones de los fieles, en las vísperas de la celebración a la Virgen de la Caridad.
Sin embargo, el ambiente festivo de años anteriores en ambas procesiones, estuvo ausente. La crisis económica, la inflación y el éxodo masivo han dejado su huella en la isla, y la celebración religiosa se sintió más contenida y reservada. La falta de recursos también se reflejó en las ofrendas y adornos que acompañaban a la Virgen, que fueron mucho más escasos este año, detalló el portal 14ymedio.
Varios internautas y medios revelaron al día siguiente cómo, a lo largo de la ruta, los feligreses manifestaron su devoción a la Virgen de la Caridad del Cobre, mientras las fuerzas de seguridad mantenían un discreto pero firme control.
Incluso el régimen procedió a recoger la basura de las calles, en los lugares por donde pasaría la gente, lo que algunos internautas como Mariela Brito calificaron de «milagros de la virgen».
Las autoridades cubanas temen que reuniones masivas de este tipo puedan convertirse en protestas espontáneas, un temor que no ha desaparecido desde las históricas manifestaciones de 2021. En años recientes, el gobierno ha mostrado un enfoque cauteloso ante cualquier evento que pueda congregar a grandes multitudes, ya que la presión social se ha intensificado debido a la severa crisis que atraviesa el país.
A pesar de la discreta vigilancia, el evento transcurrió sin incidentes importantes. Sin embargo, los devotos no pasaron por alto la presencia de los «segurosos», quienes vigilaban atentamente cualquier indicio de sublevación o protesta. Esta situación pone de manifiesto el delicado equilibrio que el régimen busca mantener: permitir la celebración de tradiciones religiosas, mientras asegura que estas no se transformen en un espacio de manifestación política o social.
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