No importa si es desde La Habana, Miami o Europa, los cubanos visten hoy de amarillo, el color de la Caridad del Cobre, la virgen que se celebra este día desde todo el mundo. El festejo a la Santa Patrona de Cuba no pasa inadvertido en ninguna parte donde haya un ser de la Isla.
Venerada por los católicos y por los de la fe yoruba en su sincretismo religioso, “Oshún es la Caridad”, dice una famosa canción en su estribillo y todo cubano lo sabe. Hoy se llevan girasoles y se encienden velas y se preparan altares para Cachita, el cariñoso diminutivo que se le ha otorgado a la que es considera una de las santas más milagrosas y veneradas en el país.
El santuario nacional de la Virgen de la Caridad del Cobre se halla en Santiago de Cuba y es considerado un sitio lleno de misticismos. Una más de las grandes iglesias cubanas donde también se ha forjado la cultura de una nación, donde se funden las dos religiones que más devotos encuentran en Cuba y a donde llegan las promesas y los tributos de cada cubano, e incluso, la medalla del Premio Nobel de Literatura de Ernest Hemingway.
Sin embargo, para celebrar a la virgen en su día y rogar por sus milagros no hace falta dirigirse hasta su santuario. Muchas personas desde el silencio de sus hogares colocan una luz a la patrona de la nación o simplemente lanzan un ruego al aire invocando su misericordia.
No solo los religiosos consagrados, también los profesionales, los científicos o los médicos creen en los favores de la Caridad del Cobre, considerada además como una de las advocaciones de la Virgen María. En Cuba, se dice que hacía 1915 fue un veterano del Ejército Libertador quien solicitó a la iglesia que proclamara a la Virgen de la Caridad del Cobre como patrona de la república que nacía en ese momento.
Aunque ya desde aquel entonces se consiguió el propósito, fue el Papa Juan Pablo II en su histórico viaje a Cuba en 1998 quien volvió a coronar a la virgen como Patrona de Cuba, la misma imagen que se dice apareció en la Bahía de Nipe hacia los años 1612 o 1613.
En la leyenda se dice que la Virgen de la Caridad fue avistada en ese momento por tres esclavos de las minas de cobre de la región oriental de Cuba. Luego de eso, los cubanos conocen a los tres muchachos como los tres juanes y existe un juramento de uno de ellos en el Archivo de Indias de Sevilla que relata que cuando los tres salieron al mar en busca de sal vieron a la virgen con el niño Jesús en brazos y que flotaba en una tabla donde podía leerse “Yo soy la virgen de la Caridad”.
