Como era de esperar, el gobierno cubano rindió honores de manera oficial a la funcionaria Lyzett Castro Toledo, quien enfrentó al jefe de la misión diplomática de Estados Unidos en Cuba, Mike Hammer, mientras éste se trasladaba en la lanchita de Regla, en La Habana, para ir a misa.
Ridículo donde los haya, el reconocimiento ofrecido por el Consejo de la Administración del municipio capitalino de Plaza de la Revolución a la directora adjunta de la empresa estatal Cítricos Caribe S.A. no ha hecho más que confirmar que desde el principio su confrontación con el diplomático fue un montaje.
Según testimonios en redes sociales, el enfrentamiento, que muchos han calificado como un acto de hostigamiento, fue tan pensado que ambos estaban rodeados de agentes de la Seguridad del Estado vestidos de civil.
Sin embargo, el episodio protagonizado por una “ciudadana común”, que resultó ser dirigente en una importante entidad estatal, fue un fiasco porque ninguno de los presentes en la lanchita se sumó al espectáculo.
Según insistieron este miércoles las autoridades de Plaza de la Revolución, Castro Toledo fue “de frente y mirándole a los ojos” a cantar “las verdades que se merecía Miker Hammer».
En el acto, Roilan Rodríguez Barbán, alto cargo del Partido en el territorio, no solo elogió a la funcionaria, que terminó siendo utilizada como un títere, sino que también reafirmó con un acostumbrado lenguaje belicista que en Cuba “no se rinde nadie”.
“No creo que Mike Hammer le interese a los habitantes del municipio más que todos los problemas que tenemos”, apuntó un cubano sobre el patético acto, ya que no entiende cómo se le presta atención a un asunto tan frívolo y no a los infinitos problemas que padece la población cubana.
“El sentido del ridículo de ustedes evidentemente se fue por los volcanes”, dijo otro internauta desde Miami.
Hay que recordar la elegancia con la que Hammer respondió a todo esta teatralidad. “Eso es lo que quiero hacer: recorrer el país, escuchar diferentes opiniones del pueblo cubano y compartir con ellos”, apuntó, seguro de que la mejor diplomacia que puede hacer en la isla es en la calle.
Desde su llegada a La Habana a finales de 2024, Hammer ha insistido en una política de acercamiento con la sociedad civil cubana, lo que ha generado un enorme descontento entre las más altas esferas del poder en Cuba.
