El periodista oficialista Boris Fuentes reapareció, no en la televisión como muchos hubiesen deseado, y otros tantos le piden, sino en Facebook, y con un mensaje «transformador»: al parecer se convertirá en «cuentapropista».
¿No poca cosa, verdad? A fin de cuentas estamos hablando de un hombre que, desde la trinchera del periodismo defendió a un gobierno que, de no ser por las actuales circunstancias, comenzadas en los terribles años 90 con la crisis que llamaron «Periodo Especial», jamás se hizo partícipe de un elogio al cuentapropismo. Un gobierno que, de no ser por la crisis enorme provocada por la pandemia del coronavirus, jamás hubiese dado tantas «alas» a sus cuentapropistas para que exportaran al exterior; ni hubiese «abierto» Pymes. O mipymes.
En fin. Boris Fuentes, un fiel periodista, al parecer se ha transformado. O más bien «lo transformaron» (a la fuerza). O, a su favor, podrá decir, que «las circunstancias» lo hicieron cambiar. Transformarse. Escoger otro camino. Dedicarse a otras tareas.
«Gracias a Isabelita (Isabel Fernández, su esposa desde hace ya más de 20 años) por sus palabras de amor y cariño y a todos los amigos que me felicitan en mi cumpleaños. Un año más de vida y nuevos proyectos por delante,» comenzó diciendo Fuentes.
«Muchos me preguntan cuando vuelvo a reportar para en NTV . Les digo que esa fue una etapa cumplida y que ya no pienso regresar a esa hermosa y querida labor de reportero , ahora quiero dedicarme por completo a la realización de documental , crear mi propio equipo y traerles nuevas propuestas audiovisuales.
El próximo día 5 de noviembre cumplo 37 años en la TV y en ella tengo una gran família . Reitero las gracias por la felicitación y un fuerte abrazo,» dijo Fuentes en la red social, donde ni siquiera se atrevió de decir que «la etapa cumplida», esa a la que no piensa regresar, fue impuesta y no por voluntad propia. Ni porque el dios Vishnu de la India se le apareció en sueños y le «sugirió» que tenía que cambiar.
Boris Fuentes hubiese seguido dentro del periodismo. Viajando en la comitiva oficial de Díaz-Canel por toda la isla y por el extranjero, de no ser porque una mata de limón, «se le atravesó en el camino».
Limón, limonero… Boris Fuentes primero.
La historia de la caída de Boris Fuentes es ya harto conocida, por mucho que el periodista intente cubrirla con el manto del olvido. Boris cubría un reportaje de las palabras dichas por Díaz-Canel en una reunión de trabajo cuando decidió incluir un fragmento de video en el cual aparecía el mandatario cubano hablando de limones y de limonadas.
Comenzó así una campaña que parecía no tener fin nunca, de memes y burlas contra el gobernante cubano, de la cual hicieron responsable a Boris Fuentes.
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Boris Fuentes incluso pudo salvarse, de haber reconocido su error, dijo a este redactor una fuente de alto crédito dentro del gobierno, pero el día que le llamaron a contar, momento en el que le dijeron que no podía volver a suceder «eso», Boris Fuentes se defendió diciendo que, Díaz-Canel era «esa persona», que a cada rato decía «esas cosas», y ahí mismo terminó su carrera como periodista de la comitiva presidencial. Y como periodista, en general.
El mismo monstruo que él, Boris Fuentes, ayudó a crear y al que defendió durante años, le pasó la cuchilla.
No solo le quitaron las prebendas que recibía, especialísimas. Tantas que le sobraba para enviar mensualmente una caja «con todos los hierros» – quesos, jamones, leche en polvo y enlatados – a sus padres y suegros, en Villa Clara, sino que también fue sacado por la fuerza de un apartamento que le habían dado en el Vedado, y fue lanzado bien lejos, lejísimos, a un apartamento de microbrigada en Jaimanitas.
Dada su experiencia y contactos, y siempre y cuando no se lance a luchar contra el tiburón, es probable que dentro del cuentapropismo, con equipo de realización y todo, a Boris Fuentes le vaya bien, y con menos preocupaciones y deudas con «la gente de arriba», que las que tenía antes.
Tal vez ahora Boris aprenda, sino es que ya lo aprendió, cómo es que vive el cubano de a pie; que no es precisamente a base de limones y limonada, aunque estos sean «la base de todo».
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