Pueden revender, pero «suave con los precios»

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El deterioro de la vida en Cuba tiene a no pocos cubanos de vuelta y media intentando encontrar una salida a la crisis económica. Los que menos «suerte» han tenido para llevar adelante un negocio próspero, subsisten gracias a «la magia» de la reventa de productos. Revender, también es un arte.

Los hay que son verdaderos «cuarta mano» – personas que logran revender lo que ya parece imposible que alguien compre – y que a menudo tienen de todo; o conocen a todos los que tienen algo para vender, y actúan como intermediarios.

P.L vive en Pinar del Río y asegura que allí, desde hace ya varios meses en los que la COVID-19 arreció, la vida se tornó tan complicada que era imposible «el comercio».

«No podías salir a la calle a revender ni vender nada. Tampoco pararte en el portal. O anunciarte. No si lo hacías «de espaldas» (si no eres cuentapropista)

Las personas en Pinar del Río adoptaron un «ingenioso sistema»: usar las redes. Grupos de Whatsapp, Telegram, Facebook

En realidad el invento no es nuevo ni es de la autoría de los pinareños, pero entre tantas medidas de restricción y cuarentenas solo quedaba, salir en horarios establecidos e ir «al directo» a determinado lugar para encontrar lo que buscaban.

P.L no se metió en ninguno de esos grupos porque, su vecina de enfrente sí, y ella misma se encargaba de mandar los futuros clientes a su casa; pero como en Cuba no hay nada oculto entre cielo y tierra, finalmente se enteraron de «su negocio» y le hicieron «la visita.»

En un inicio P.L se asustó mucho cuando vio a los uniformados en la puerta de su casa; por suerte para él vinieron – supuestamente – a advertirle. Sabían que la situación estaba difícil. Conocían además que lo que él vendía era poco y trabajado por un tío suyo, en el campo, pero le dieron una sugerencia: «puedes revender, pero no aprietes con los precios.»

A fin de cuentas eran – son – alimentos, y la gente tiene que alimentarse. Lo menos que desea el gobierno cubano es gente hambrienta en las calles, porque pueden ponerse belicosas y salir a protestar.

P.L se enteró luego, que habrían estado citando a personas que sí tienen en sus casas un volumen «normal» de productos a la venta. Les dijeron que podían venderlos, o revenderlos, siempre y cuando la procedencia fuera legal. Eso sí: no podían utilizar las redes sociales para hacerlo, porque los estaban «monitoreando».

«Tienen todo infiltrado. Cada día es más difícil sobrevivir,» dice.

«Ahora se hacen los chivos locos con las llamadas «Ventas de Garaje», pero eso no da para vivir. Eso es vender lo que ya no usas. Lo que te sobra. Cuando vean que estás vendiendo «mucho», de seguro te llaman,» razona.

P.L confía en que el 15N sea «la solución», pero no se refiere a la Marcha por el Cambio organizada por el grupo Archipiélago, sino al aumento de la frecuencia de vuelos a la isla. La llegada en masa de cubanos al país pudiera resultar beneficiosa para quienes tienen familiares en el extranjero, sí; pero aquellos que no tienen a nadie, parecen condenados a vivir como hasta ahora: escondiéndose.

Incluso en las redes sociales.

«Ya no vale, le dijo su vecina, ni siquiera un perfil falso.«

Noticia en Cuballama Noticias hoy: Seguridad del Estado insiste en una misión imposible

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