¿Quién dijo que los reguetoneros viven entre lujos, fiestas y excentricidades 24/7? El cantante cubano Ramón Lavado Martínez, mundialmente conocido como El Chacal, nos ha regalado uno de esos momentos que derriten hasta al más hater de las redes.
Nada de luces, tarimas o colaboraciones explosivas. Esta vez, el corazón del público se lo ganó no con una canción, sino con una escena cotidiana y encantadora que dejó ver al hombre detrás del artista. Fue su propia esposa, Anisleidys Valdés, quien compartió el video, donde se ve al intérprete de “Ay mi Dios” limpiando el portal de su casa en Miami con la misma pasión que pone sobre el escenario.
Lea más: El Chacal celebra 13 años alejado de las drogas: “Terminé en un hospital en Cuba”
Con manguera de agua a presión en mano, El Chacal también aseguró entre risas que había comprado una “chapeadora” para encargarse de su jardín personalmente. “Lo mejor de Cuba en todos los sentidos”, comentó un seguidor, visiblemente emocionado por esta versión hogareña y real del reguetonero.
Las redes, claro, no tardaron en reaccionar. Los comentarios se llenaron de amor, respeto y admiración por este gesto de humildad que, aunque simple, brilla más que cualquier cadena de oro. “Me encanta tu manera de ser, aparte de tus canciones, natural”; “No sería mala idea, las compañías de landscaping cobran mucho dinero”; se lee al pie del material.
“Cuando ves una persona que ha llegado tan lejos y ha subido tanto en la fama, es poco probable que aún conserve la verdadera humildad y sencillez como aún la mantiene El Chacal. Nunca cambies, mi hermano. Uno, como seguidor de tu música desde pequeño, siento orgullo por la calidad humana que se ve reflejada en tu forma de actuar y que es auténtica”, escribió un fan de los de toda la vida.
Lea más: La graciosa “discusión” entre El Chacal y su hija Paris: “¡Dice que quiere novio, playa y discoteca!”
Este tipo de momentos —tan reales como entrañables— nos recuerdan por qué El Chacal no solo conquista con sus letras pegajosas, sino también con su forma de ser. En un mundo donde el ego suele ser más grande que el talento, ver a una estrella barriendo su propio portal es, sin duda, un soplo de aire fresco… ¡y una cachetada con amor al estereotipo del reguetonero altanero!