¿Quién diría que detrás del ritmo candente y la actitud desenfadada de El Chacal se esconde una historia de lucha, miedo y renacimiento? El reguetonero cubano se quitó la máscara del artista indestructible y, en una charla íntima con la actriz Yuliet Cruz para su podcast, abrió su corazón como nunca antes.
Todo comenzó en 2011, cuando el entonces joven y enérgico cantante aterrizó por primera vez en Estados Unidos como parte de una gira con Gente de Zona. Lo que prometía ser una oportunidad de oro para su carrera, terminó siendo un punto crítico en su vida personal.
“Estuve un mes y siete días, para ese momento yo tenía serios problemas con drogas… pensé en quedarme, era la primera vez y wow, chamaco, joven y aquí estaba todo lo que me gustaba”, confesó. Pero lo que parecía diversión sin freno, se convirtió en una alarma: “Cuando llegó el mes, yo estaba que no pesaba ni veinte libras mojado. Yo decía ‘me tengo que ir porque me voy a morir’”.
La caída fue dura. Ya de regreso en Cuba, un episodio tras una semana de fiesta continua llevó directamente a El Chacal al hospital. “Caí en shock, comencé a temblar, mi corazón empezó a acelerarse… terminé con sueros en vena. Me hubiese dado un infarto”, relató. El diagnóstico fue claro: altísimas dosis de cocaína en sangre. “El médico me dijo: ‘Tú estás para que estuvieras muerto ahora mismo’”.
Ese susto fue suficiente para que Ramón Lavado, nombre real del cantante, tomara una de las decisiones más valientes de su vida: decirle adiós a las drogas. Desde ese día, no ha vuelto a mirar atrás. Sin centros de rehabilitación ni tratamientos, solo con su propia determinación. “Nunca más volví al hospital por eso”, aseguró con orgullo.
Hoy, El Chacal no solo celebra su música, sino también su renacimiento personal. Trece años después, su testimonio es un mensaje de alerta y esperanza para todos los que creen que no hay salida, porque incluso desde lo más oscuro se puede volver a brillar.