El gobierno cubano decretó Duelo Oficial desde las 6:00 a.m. del 10 de febrero hasta las 12:00 de la noche del 11 de febrero de 2025, y Duelo Nacional el 12 de febrero de 2025, en honor a Sam Nujoma, destacado líder africano y amigo cercano de Cuba.
Durante estos días, la bandera nacional se izará a media asta en edificios públicos e instituciones militares, y se suspenderán los espectáculos públicos y actividades festivas.
La reciente declaración de duelo oficial en Cuba por el fallecimiento del primer presidente de Namibia, Sam Nujoma, ha generado interrogantes entre la población cubana, especialmente en comparación con el discreto luto decretado por la muerte de 13 militares cubanos en una explosión en Holguín. Alberto Arego, periodista independiente, expresó en redes sociales: «¿Por qué tantos días de duelo en #Cuba por la muerte de un dirigente de Namibia: 10, 11 y 12 de febrero? Sin embargo, por el fallecimiento de 13 cubanos en una explosión de material de guerra en Melones, Holguín, fue menos. Yo no entiendo nada».
Lo cierto es que muchos pensamos como Arego. Al menos, cerca de diez personas a las que le he preguntado vía Whatsapp, creen lo mismo: que tres días de duelo nacional por una persona absolutamente desconocida para la mayoría de los cubanos, excepto los que ya superan los 50 años, parece hasta una broma de mal gusto, en un país que no tiene ni dinero para comprar comida y que ya lleva este año varios días de asueto laboral. Y si el país no trabaja, no produce bienes; sino no produce bienes…
La gente, al final, hasta le agradecerá al gobierno cubano que haya decretado Duelo Oficial desde las 6:00 a.m. del 10 de febrero hasta las 12:00 de la noche del 11 de febrero de 2025, y Duelo Nacional el 12 de febrero de 2025, en honor no a Sam Nujoma, destacado líder africano y amigo cercano de Cuba, sino en honor a no tener que ir esos días al trabajo, lo cual incluye lidiar con un transporte endemionado y ausente. Lamentarán, eso sí, no la muerte de Sam Nujoma, sino que se suspenderán los espectáculos públicos y actividades festivas.
Se cuestionarán, ya se cuestionan, que en contraste, tras la explosión en una unidad militar en Melones, Holguín, que resultó en la muerte de 13 militares cubanos el 7 de enero de 2025, el presidente Miguel Díaz-Canel decretase un Duelo Oficial de un solo día, el 20 de enero, desde las 6:00 a.m. hasta las 12:00 de la noche.
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La diferencia en la duración de los duelos suscitará debates sobre los criterios utilizados por el gobierno cubano para determinar el luto oficial. Sam Nujoma es reconocido por su liderazgo en la lucha por la independencia de Namibia y su estrecha relación con Cuba, especialmente durante las intervenciones cubanas en África en apoyo a movimientos de liberación, y su fallecimiento representa la pérdida de un aliado histórico y simbólico para la Revolución Cubana; pero por otro lado, la tragedia en Holguín afectó directamente a familias cubanas y algunos familiares, y miles de cubanos, expresaron en ese mismo momento su descontento con la respuesta oficial y la duración del duelo decretado.
La disparidad en la duración de los duelos oficiales refleja las prioridades y alianzas históricas del gobierno cubano. La declaración de tres días de duelo por la muerte de Sam Nujoma generará sin dudas incredulidad en muchos cubanos, pues un grandísimo porcentaje de la población no sabe quién era ni les interesa, enfocados todos, o la inmensa mayoría, en ver qué ponen en la mesa a la hora de la comida, o en saber qué pueden comer y si podrán ver la comida que se comen, teniendo en cuenta los prolongados apagones que se viven en el país desde hace ya cerca de dos años.
La desconexión entre la vida cotidiana del cubano y las figuras históricas africanas
La desconexión entre la vida cotidiana del cubano y las figuras históricas africanas ensalzadas por el régimen no es nueva. A lo largo de décadas, el gobierno ha impuesto la narrativa de una hermandad forzada con países africanos que enviaron a sus líderes a estudiar a Cuba o recibieron apoyo militar cubano en sus luchas de independencia, pero en la práctica, la mayoría de los cubanos apenas recuerdan estos nombres fuera de los libros de historia oficial.
Según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para 2024, y utilizando la pirámide poblacional de Cuba de 2023 proporcionada por PopulationPyramid.net, sumando los porcentajes de los grupos de edad desde 0 hasta 49 años, obtenemos aproximadamente el 68.71% de la población. Por lo tanto, el porcentaje de la población menor de 50 años es aproximadamente el 68.7%, mientras que el de la población de 50 años o más es alrededor del 31.3%. Lo cual puede darnos una idea bastante cercana a la realidad. Al seguro, casi un 70% de la población cubana no sabe quién es San Nujoma; pero el gobierno ha empujado la bandera nacional a media asta por tres días.
Un ejemplo clásico de esta desconexión con los dirigentes africanos en la isla ocurrió en Santiago de Cuba en la década de los 70, cuando Julius Nyerere, entonces presidente de Tanzania, visitó la ciudad.
Para agasajarlo, se organizó una conga santiaguera en su honor en el aeropuerto. Sin embargo, en medio del jolgorio, un funcionario vino y les exigió que, más allá del repertorio tradicional, le dedicaran unos versos al distinguido visitante. Los de la Conga, sin saber exactamente quién era el homenajeado, terminaron coreando al ritmo de los tambores: «¡Neyere, Neyere, Santiago te saluda, pero no sabemos quién tú ere!». O algo similar. Lo que debía ser una ceremonia solemne se convirtió en una expresión genuina de la espontaneidad cubana, dejando claro que el fervor popular no siempre coincide con las prioridades diplomáticas del gobierno.
Esta anécdota sigue siendo recordada como un símbolo de la brecha entre las decisiones del Estado y el sentir real del pueblo cubano, algo que, a juzgar por la reacción a este nuevo duelo oficial, no ha cambiado demasiado. Quién sabe si salga a la calle una conga y cante: «Nujoma, Nujoma, tres días de duelo por ti, es una broma» o ««Nujoma, Nujoma, tres días de duelo por ti, y un día por los que murieron en la explosión en una loma», aunque este último corillo se escape métricamente de lo que una conga canta.