Un premio que ni siquiera existe y para el cual ni siquiera «el candidato» tendría méritos para ganarlo, el de «Youtuber del Año» es la idea salida de la cabeza de Arleen Rodríguez Derivet. Su «nominación» es para el llamado «Guerrero Cubano», un youtuber sin rostro, voz de la seguridad del estado en la isla, el que cada vez escuchan menos. Un engendro antiotaoliano.
En realidad, si se mira bien, es el premio perfecto para el Guerrero Cubano. Como es un premio que no existe, y debe valer tres centavos, sería el pago justo por toda su labor misógino-machista, homofóbica y difamadora.
Basta ver cómo se ha referido al influencer – gay – Alexander Otaola, para darnos cuenta de la calaña youtubera del Guerrero Cubano. Sus insinuaciones hacia la esposa e hija del periodista Juan Juan Almeida, a las que llamó como mínimo prostitutas, es de lo peor que se ha escuchado en Youtube en los últimos tiempos. No por gusto la plataforma de Youtube les cerró varios de sus canales, debido al lenguaje utilizado y por violar absolutamente varias de las políticas de Youtube.
A ese engendro, invento de la seguridad del Estado para contrarrestar el efecto y el auge cada vez más creciente del influencer cubano Alexander Otaola entre la comunidad de cubanos emigrados, Arleen Rodríguez quiere premiar.
Es un delincuente de las redes, y Arleen lo «nomina».
Manipula audios, videos, fotos. Insinua relaciones inexistentes y… Arleen quiere premiarlo.
Hay que reconocerle que, la intriga desatada por el anonimato y por el enfrentamiento al influencer, sumada al apoyo tácito orientado por la verdadera máxima dirección del país, incidió en el hecho de que el Guerrero Cubano se ganase unos cuántos suscriptores entre el año 2019 y el 2020, además de no pocas risitas entre los cubanos de «Puentes de Amor». Al resto de los suscriptores, los compraron en el Medio Oriente y en China, como hacen todos los que no saben cómo crecer en las redes y terminan comprando visualizaciones y seguidores.
Para muchos fieles, como Arleen Rodríguez, el Guerrero Cubano era la figura ideal para contraponer a Alexander Otaola. Contaba – cuenta – con todo el apoyo de la maquinaria cubana de la Seguridad del Estado, pero muy pronto equivocó el camino y se convirtió exactamente en lo mismo que critica: un absoluto hater.
Ha quedado, dicen, para continuar hablando de Otaola y de Juan Juan. A este último lo llama Juana Juana. A Eliécer Ávila lo llama «bistecito», y toda la bajeza y el tiempo perdido – y jamás recuperado – no le valdrían para seguir en el aire, porque hasta la voz – dice uno de sus ex fieles oyentes – resulta ya demasiado desagradable y sus noticias, son otros fake news y las mismas manipulaciones del NTV con Humberto López a la cabeza.
Así y todo Arleen lo ha nominado para un premio inexistente.
Hoy seguramente justificará lo sucedido con Héctor Luis Valdés Cocho y Esteban Rodríguez y dirá que Cuba no tiene responsabilidad alguna en lo sucedido. Que eso, es problema de Nicaragua.
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