Dick Fosbury, el hombre que revolucionó el salto de altura con su brinco de espaldas, murió este domingo en su casa de Ketchum (Idaho) víctima de una recaída de un linfoma que se le diagnosticó en 2008. El 6 de marzo cumplió 76 años.
Dick Fosbury, oriundo de Portland, Oregón, sorprendió al mundo cuando se proclamó campeón olímpico en los Juegos de México-68 con un nuevo estilo de espaldas con el que implantó record olímpico, muy distinto a la tradicional forma ventral que hasta ese momento usaban todos los saltadores encabezados por el recordista mundial soviético Valery Brumel a quien un accidente de moto había destrozado una pierna.
A partir de México, todo el mundo comenzó a conocer su invento como “Fosbury Flop”. El joven de Portland inmortalizó su imagen con otras en el estadio olímpico mexicano como el espectacular brinco de Bob Beamon y los guantes negros en alto como protesta de Tommie Smith y John Carlos en el podio.
Ya en los Juegos Olímpicos de 1980, 13 de los 16 finalistas olímpicos usaron el “Fosbury Flop”, según el historiador David Wallechinsky.
Pero Richard Fosbury, de 1,93 de estatura, por sus piernas largas se vio obligado a buscar otra fórmula que el rodillo ventral imperante y ya cuatro años antes de sus Juegos Olímpicos comenzó a desarrollar y mejorar su salto.
El 2,24 del 20 de octubre de 1968 en México fue la marca de su vida pero nunca superó el record mundial de 2,28 de Brumel.
De eso se encargarían otros como el cubano Javier Sotomayor que lo ha fijado en 2,45 en 1993 con la técnica de espaldas al aire libre y 2,43 en 1989 bajo techo.
En octubre de 2021 ambas leyendas se encontraron como invitados especiales en el Festival del deporte de Trento (Italia) que homenajeaba a varios astros del deporte local y allí por primera vez Sotomayor se encontró con Fosbury y le agradeció al estadounidense “ya que gracias a su estilo innovador pude hacer mis records mundiales”.
En 1984 Dick Fosbury había expresado: “ La popularidad de mi estilo es un premio maravilloso a cuanto tuve que aguantar al principio con un estilo que no gustaba a nadie. El salto de espaldas ya lo practicaba en el Instituto y todos se reían de mí, considerándome un chiflado”.
