La reciente noticia del minibanco ilegal que operaban una madre y su hijo en Homestead, Florida, ha dejado a muchos con la boca abierta, pero si comparamos esta «joyita» con el negocio que manejaba el cubano Evelio Suárez, la diferencia es abismal. Lo de la señora Anneri Sagrario Izurieta y su hijo Joseph Abdel Navarro Verde parece una tiendita de barrio en comparación con la «banca clandestina» que levantó el «banquero cubano» Evelio Suárez en Hialeah; un caso «lejano» en el tiempo, o no tanto, pero que sin dudas nos viene a la mente a la hora de escuchar esta otra historia, no tan diferente.
El caso del minibanco de Homestead
Izurieta y su hijo fingían estar en el negocio de la construcción, pero en realidad manejaban un minibanco clandestino desde su casa. Durante ocho años movieron unos $37 millones en un esquema ilegal de cobro de cheques para contratistas que contrataban inmigrantes indocumentados.
El dúo cobraba una comisión del 5% y ayudaban a esas empresas a pagar en efectivo a sus empleados sin declarar impuestos ni cumplir con los requisitos del Seguro Social. Para colmo, transfirieron $700,000 a una cuenta bancaria en Honduras. Izurieta fue detenida sin derecho a fianza por considerarse un riesgo de fuga, mientras que su hijo salió bajo una fianza de $200,000.
El «negocio» del «banquero» cubano Evelio Suárez
Ahora, si la operación de Izurieta parece grande, lo del «banquero» cubano Evelio Suárez fue monumental. Este cubano, que llegó a Miami en 1995, manejó un negocio de cobro de cheques que movió $500 millones en apenas dos años (2013-2014). Suárez dirigía tres tiendas en Hialeah que cobraban comisiones astronómicas de hasta el 30% por cheque procesado.
¿El truco? Atendía a malhechores del sector médico y de la construcción, ayudándolos a pagar a empleados sin papeles y evadir impuestos. Suárez sobornó a un cajero de un banco para acreditar grandes sumas en efectivo y usó «fantasmas» para registrar sus negocios, ya que su historial criminal le impedía tenerlos a su nombre.
Mientras que Izurieta y su hijo manejaban cantidades más modestas, Suárez se daba la gran vida comprando artículos de lujo por valor de $150,000 y hasta tres casas en Miramar. Cuando fue arrestado en junio de 2018, las autoridades dejaron claro que este cubano estaba metido en fraudes «a un nivel extraordinario».
Dos caras del mismo negocio
El minibanco de Homestead fue sin dudas un negocio ilegal que facilitó el pago clandestino a trabajadores indocumentados, pero comparado con la operación de Suárez, que lavó medio billón de dólares en solo dos años, parece insignificante. Mientras el dúo madre-hijo jugaba con millones, Suárez manejaba una auténtica «industria bancaria» del crimen organizado.
Como dirían en el barrio: «Lo de Homestead es de tetas al lado del negocio que tenía este cubano».
No está claro qué sera de Suárez o qué ha sido. Si fue deportado a la isla o está en camino de serlo. O por el contrario, como les gustaría a muchos, esperamos se haya reformado.
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