Como parte de una estrategia de ennoblecimiento de su imagen, el mandatario cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez asiste en la tarde a un concierto del cantautor Tony Ávila en los portales del Gran Teatro de La Habana, acompañado de su esposa Liz Cuesta y el grupo de jóvenes integrantes de la iniciativa pro-gubernamental Los pañuelos rojos, apoyados por las autoridades como contraparte de la plataforma cívica Archipiélago.
Este concierto es una de varias propuestas festivas que el gobierno cubano ha diseñado para estos días con el objetivo de restar importancia a la marcha convocada desde Archipiélago para el 15N y las iniciativas cívicas que alrededor de esta se han articulado ante las numerosas y violentas acciones de la policía y la seguridad del Estado cubanas contra sus organizadores y todos los que manifiestan su apoyo a las protestas. A la par de las sanciones de más de diez años y hasta veinte que los tribunales cubanos están aplicando a más de mil participantes en las previas protestas populares del 11J.
Luego que ese domingo de junio, Díaz-Canel hiciera una intervención oficial en la TV cubana y diera la “orden” a los “revolucionarios” de salir a la calle a defender la Revolución, los actos violentos de sus seguidores y oficiales provocaron grandes críticas a escala global. Esto ha llevado a que el gobernante se apropie de un discurso en apariencia pacifista, cuyas campañas en redes sociales han empleado hashtags como #ACubaPonleCorazon y #CubaViveyAbraza.
En su reciente nueva intervención televisiva grabada, pero anunciada como en vivo, del último viernes, Díaz-Canel declaró que las marchas convocadas para el 15N “no nos quitan el sueño” y que Cuba es una nación de paz, que quiere la paz. Este discurso contrasta con los ejercicios “de defensa” promovidos por los propios medios oficiales, donde se apreciar personas con grandes varas de madera y armas militares, y con los operativos policiales, citaciones, arrestos domiciliarios sin causas judiciales, desapariciones, campañas mediáticas de descrédito y demás acciones contra los partidarios de la marcha del 15N, que será apoyada por cubanos residentes en más de 100 países del mundo.
En el concierto de Ávila, Díaz-Canel se sienta en el piso junto a su esposa, buscando ofrecer una imagen jovial, camaraderil y sensible.
