Por décadas, los titulares de la prensa oficial cubana han jugado a una promesa infinita: la inminente mejora de la energía eléctrica, el transporte y la alimentación. Y en 2025, como si se tratara del “Día de la Marmota” tropical, volvemos a escuchar el mismo estribillo, solo que ahora con más paneles solares, triciclos eléctricos y piscicultura en la Zaza. Según los periódicos oficiales, la salvación está a la vuelta de la esquina… pero, como siempre, parece que la esquina está en otra galaxia.
Energía: “Megawatts de esperanza”
La serie de entrevistas publicadas en Granma con el ministro Vicente de la O Levy prometen el paraíso energético. Un enjambre de parques solares fotovoltaicos repartidos por todo el país, acumuladores que entrarán a escena para estabilizar el sistema, y una generación distribuida que –¡milagro!– se está recuperando. El Ministro habla de cifras como si fueran naipes en una mano ganadora: 1 000 MW este año, 1 200 MW con acumulación, 850 MW recuperados en motores de fuel y diésel…
Pero la gente no vive de cifras, vive de luz. Y la realidad sigue siendo apagón tras apagón, ventiladores apagados, alimentos echados a perder y una noche cubana cada vez más literal. Las historias de éxito que recita Granma no se reflejan en la cocina apagada del cubano de a pie. El mismísimo Ministro admite que hace años que no se les hace una reparación capital a plantas como la Guiteras. Es decir, se ha vivido al filo del colapso por años, y ahora pretenden convencernos de que el país marcha “según cronograma”. ¿De qué cronograma hablan, si en 2004 ya se debían mantenimientos que aún no se han hecho?
Transporte: la nueva promesa sobre ruedas
En paralelo, la Feria Internacional de Transporte y Logística (FITL 2025) se presenta como la gran esperanza para el transporte público. El Primer Ministro Manuel Marrero asegura que se firmarán convenios maravillosos, y que los triciclos eléctricos, ambulancias y ecotaxis están transformando la movilidad nacional. Pero se omite un pequeño detalle: ¿cuántos cubanos tienen acceso real a esos triciclos? ¿Dónde están? ¿En qué ciudades están haciendo la diferencia?
La realidad es que el transporte público en Cuba sigue siendo una pesadilla. Guaguas abarrotadas, horarios erráticos y piezas de repuesto inexistentes son el pan nuestro de cada día. Las soluciones presentadas en la feria son, en el mejor de los casos, gestos simbólicos para la foto. En el peor, son propaganda.
Mientras tanto, en Tribuna de La Habana, Marrero acusa a las redes sociales de difamar la feria, y afirma con solemnidad que no solo se apuesta por el “sostenimiento”, sino por salir de la crisis. El problema es que llevan 60 años “apostando”, y todavía no se han ganado ni una moneda.
Alimentación: peces, promesas y fantasía
La tercera pata de esta mesa coja es la comida. Trabajadores nos relata la epopeya pesquera espirituana con tintes de gesta revolucionaria. Los acuicultores de la presa Zaza arrancaron su “bastión pesquero” con el entusiasmo de una película soviética de los años 60. Compromiso, brigadas, competencia, premios y, por supuesto, la promesa de aumentar la producción para contribuir a la alimentación del pueblo.
¿Resultado? Pescado para las Casas de Niños Sin Amparo Familiar y algunos centros sociales. Loable, sin duda. Pero ¿y el resto del país? ¿Dónde están las proteínas en la libreta de abastecimiento? ¿Dónde está el pescado para el cubano de a pie, ese que se lanza cada día a una cola sin saber si podrá comprar algo? Porque mientras en la Zaza lanzan redes, en la mesa del cubano sigue faltando lo esencial.
Un déjà vu nacional
El discurso oficial vuelve a ser una mezcla de tecnicismos, proyecciones, porcentajes y futurismo mágico. Parques solares con baterías “que ya están en el país, pero sin batería”, centrales térmicas en reparación “profundísima, pero no capital”, generadores que “ya se recuperaron, pero no estaban funcionando”, inversiones que “están en el mar, en camino”, barcos que “fueron detenidos” o desviados, piezas “en contrato”, y contenedores “que desaparecieron”.
Todo es inminente, nada es tangible. Todo está a punto de ocurrir, pero nada ocurre.
El gobierno cubano parece haber hecho de la promesa su única fuente renovable de energía. Una promesa que se recicla con eficiencia pasmosa cada año. La diferencia es que, en esta ocasión, el relato viene acompañado de un lenguaje aún más sofisticado y de una retórica que pretende sofisticar el mismo cuento de siempre.
¿Qué sigue?
Quien escuche solo a la prensa oficial podría pensar que estamos ante un renacimiento nacional. Pero basta salir a la calle para saber que no hay transporte decente, ni luz estable, ni comida suficiente. Y no porque no haya talento o recursos naturales, sino porque hace décadas que la prioridad del régimen no ha sido resolver los problemas del pueblo, sino maquillar la crisis con relatos elaborados.
Hoy nos hablan de parques solares como si fueran la solución mágica, olvidando que en un país sin mantenimiento, sin repuestos y sin planificación real, hasta el panel más brillante termina lleno de polvo. Nos hablan de triciclos eléctricos cuando ni el pan está garantizado. Y nos hablan de bastiones pesqueros en un país rodeado de mar… donde el pescado es un lujo.
La pregunta que muchos se hacen no es si mejorará la electricidad, el transporte o la comida. La pregunta es: ¿hasta cuándo seguirán prometiendo lo mismo, sabiendo que no piensan cumplirlo?
Spoiler: probablemente hasta el próximo “cronograma”.
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