Los médicos de familia están “rotando” por los hospitales debido a la ausencia de los propios doctores de los centros que han renunciado a su trabajo.
“Hay muchos especialistas y médicos de medicina interna que han pedido la baja para irse del país o para realizar otros trabajos mejor remunerados”, indicó a Cuballama un doctor del hospital habanero Calixto García, que pidió el anonimato.
“Una de las medidas tomadas por el Ministerio de Salud Pública ante la crisis es que los médicos de familia pasen consulta en los hospitales para cubrir los puestos vacantes dejados por los especialistas”, añadió la fuente.
Los médicos de familia históricamente han atendido a los pacientes en los barrios y municipios y los remiten a centros especializados cuando presentan algún problema médico de envergadura que necesita mayor atención. Si bien han ayudado especialmente en las comunidades, no están totalmente capacitados para enfrentar dolencias de mayor complejidad.
La situación de la salud pública cubana se ha agravado considerablemente y varios doctores lo han denunciado en las redes sociales.
Recientemente trascendieron las palabras de la doctora Alina Arcos Fernández-Britto del Calixto García, quien expuso que no tiene recursos para tratar a sus pacientes y se sentía con las manos atadas para ejercer su profesión.
“Ya no quiero ser médico. Ya no puedo curar ni aliviar, porque no cuento con los recursos para hacerlo”, escribió Arcos Fernández-Britto.
A esto se suma el poco interés de los estudiantes en cursar la carrera de Medicina por temor a regulaciones impuestas por el gobierno y el gran número de bajas que solicitan cuando están en los últimos años de estudios, según confirmó Cuballama.
En los últimos meses numerosos internautas han denunciado que que para operarse los médicos les piden a los pacientes varios de los recursos que llevan las intervenciones quirúrgicas porque los hospitales no pueden garantizarlos.
La ausencia de medicamentos es otro de los factores de la crisis cubana, lo cual obliga a los pacientes o sus familiares a comprarlos en el llamado mercado negro a precios que superan con creces el salario de la mayoría de los cubanos.
