El Supremo Consejo del Grado 33 para la República de Cuba se solidarizó con el pueblo ucraniano a través de una carta abierta dirigida a la Embajada de esa nación europea en la isla, donde condena “esta actitud del presidente Vladímir Putin y lo cataloga como un vil e insensato que expone al mundo a un actual terror, sin apenas considerar todo el sufrimiento reciente de una enfermedad que aun padecemos”.
Firmada por José Ramón Viñas Alonso, Soberano Gran Comendador y Ramón Viñas Pérez, Gran Secretario General, la misiva de los masones cubanos expresa a la sede diplomática el “total apoyo y solidaridad a la triste situación que vive vuestro país”, rogando que “el Gran Arquitecto del Universo ponga su mano piadosa en los que sufren y lloran sus muertos”.
Esta organización masónica cubana ha sido muy crítica en los últimos tiempos con las posturas y decisiones del gobierno cubano y sus fuerzas policiales y militares.
A raíz de las protestas multitudinarias del 11J en numerosas ciudades de Cuba y las subsecuentes acciones represivas de las fuerzas oficiales sobre la población, el Supremo Consejo de los masones cubanos publicó una carta dirigida a Miguel Díaz-Canel donde manifestaron su rechazo a la “posición y dirección al frente del país, por convocar, incitar y ordenar un enfrentamiento con violencia hacia el pueblo cubano, también detenciones y violencia contra manifestantes pacíficos y ciudadanos que piensan contrario al sistema”.
Viñas Alonso fue citado por la policía y la Seguridad del Estado el 16 de julio de 2021 con motivo de esta declaración. Según su testimonio, fue ubicado en una “oficina donde casi me ahogo de calor” y donde varios oficiales le cuestionaron “la posición de la masonería ante los hechos y sugiriendo que deberíamos hacer una carta sobre la vacuna y otros logros. Al final les sugerí una invitación al Supremo Consejo y que allí seríamos tres para tres en verdadera igualdad.”
Poco después, Viñas Alonso rechazó la invitación del gobierno para una reunión con Díaz-Canel, que sería televisada en un intento de construcción de una imagen dialógica para el Estado, que igualmente intercambió con representantes de iglesias protestantes y de las religiones afrocubanas.
La postura del Supremo Consejo cubano tras el 11J fue respaldada por la Confederación Iberoamericana de Supremos Consejos, que en una carta oficial manifestó su solidaridad “con el pueblo cubano en su lucha por la Libertad cuya causa desde su fundación ha sido uno de los pilares de su Supremo Consejo.”
