Laura Carril, la joven cubana casada con ella misma: “Tengo una vida sentimental, emocional y sexual plena”

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Laura Carril es una chica de 28 años, licenciada en comunicación social a quien casi todos conocen como Ice Cream Marchesa, la influencer cubana que decidió nada menos que casarse con ella misma y que lo hizo con una fastuosa y mediática ceremonia.

Cuenta que al principio se negaba a reconocerse como influencer, pero el crecimiento de su cuenta personal, así como la alianza con marcas cubanas y emprendimientos privados, propició que lo considerado hasta ese momento como un simple hobby, se convirtiera de pronto en un trabajo más.

“Da igual la cantidad de personas que te siguen o tu propósito, si tus seguidores prestan oído a tus opiniones, eres influencer, con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva”, dice la chica cuya figura y pensamientos ya se ha vuelto un referente para gran parte de la comunidad cubana en Instagram.

Por fuera, la Marchesa es una chica fitness, con tatuajes en la mitad del cuerpo y el cabello corto y estilizado, por dentro, es también una joven hermosa, que pretende construirse como un ser feliz, pero sobre todo humano. “No muestro a mis seguidores un personaje, sino la vida de alguien tan normal como ellos, que cambia y mejora con el tiempo y la experiencia”.

Hace menos de un año, cuando decidió casarse lo hizo en una ceremonia envidiable, deseada por cualquier novia y en la cual la mayor sorpresa fue que la boda estaba pensada únicamente como acto de amor propio. Lo que para algunos fuera excentricidad, ridiculez y gasto de recursos en vano, para la Marchesa fue “el cierre de una etapa de trasformación personal. Entendí que debía amarme profundamente antes de ser capaz de proyectar ese amor en otros. ¿Quién mejor que uno mismo para amarase con locura?”

Al menos en Cuba, la boda consigo misma que protagonizó la influencer fue además un hecho inédito, aunque en el mundo se han conocido otros casamientos de este tipo, y la propia joven los admite, en el caso cubano el suyo ha sido el primero. “Supongo que hay quien lo ve como un acto egocéntrico, egoísta. Puede ser”, asume la Marchesa, quien dice verlo como además como una inversión en sí misma: “yo no veo como un derroche aquello que yo invierta para conseguir mi placer, mi gozo”.

En este tipo de uniones simbólicas, no mediadas por ningún tipo de vínculo legal, sino más bien marcadas por la sensación de autorreconocimiento y bienestar personal, no se contempla por tanto el divorcio. Es una relación irrompible, aclara Laura Carril.

“Cuando todos se hayan ido, el último día de mi existencia, me diré: Estoy agradecida de haber compartido mi camino contigo, he visto el mundo a través de tus ojos, he sentido todo lo bueno y malo que me ha sido dado, con tus manos, con tus labios. He reído, llorado, he cometido errores pero, sobre todo he vivido”.

Pero haberse casado con ella misma no la limita para tener otras parejas. Esto se lo preguntan mucho, preocupa a quienes la conocen e intriga a los que saben de la ya famosa historia protagonizada por la chica cubana que se casó con ella misma.

“Estar en este momento de felicidad y paz conmigo, con mi físico, con mis virtudes y defectos, me permite comprender, aceptar amar mejor a quien elija para acompañarme. Ya no necesito proyectar mis inseguridades o carencias en nadie. Trabajo en ellas con tesón, pero con calma. Tengo una vida sentimental, emocional y sexual todo lo plena que merezco”.

Laura Carril contempla una filosofía de vida que no es frecuente en el entorno cubano, no obstante, es un ser humano que siente como todos en un país en el cual nadie puede ser indiferente a los escenarios que ahora mismo toca vivir.

En el caso suyo como influencer le toca vivir retos como el simple hecho de verse en la necesidad de usar VPN para acceder a determinadas herramientas que le son útiles en su trabajo. No obstante, lo que sucede con la Marchesa es que se resiste a usarlos, por su carrera como comunicadora entiende de algoritmos en redes sociales y de los privilegios que aportan, pero no le preocupan dicen. El crecimiento orgánico de su cuenta y sus más de tres mil seguidores la tienen extremadamente complacida.

“Yo me adapto”, asegura. Dice tener claro que mañana y pasado estará en Cuba, pero no sabe si en dos meses o en un año seguirá aquí. “Mi plan por ahora, y en este momento tan peculiar que vivimos, tanto económica, como política y socialmente, es fluir con la corriente. Nunca estoy quieta de todas formas”.

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