Las peores 5 aventuras cubanas

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Los “buenos” recuerdos no solo viene de las “buenas” experiencias. Muchas veces rememoramos con risas momentos ridículos y hasta trágicos, de nuestras vidas, que el tiempo se encarga de recubrir con suaves capas de nostalgia.

Una caída puede ser la experiencia que nos haga regresar a una época feliz en sentido general de nuestras vidas. Un mal sabor puede detonar un recuerdo grato de una circunstancia vivida entre amigos o familiares. Un desengaño amoroso nos puede hacer regresar románticamente a las etapas adolescentes.

Una de las malas aventuras de las 7:30 de la tarde nos hará sin dudas viajar en el tiempo hacia épocas infantiles, en que los niños cubanos de los 80 y los 90 no nos movíamos frente al televisor soviético a esa franja horaria sagrada que iniciaba con los “muñequitos” de las 6:00 y finalizaba con las aventuras, muchas de producción cubana. Las hubo de muy buena calidad, y también de las peores facturas posibles, pero ambas no dejaron de acomodarse en la memoria emotiva.

Si no lo creen así, acá va esta lista de pésimas e inolvidables aventuras cubanas, que sacarán sonrisas y hasta carcajadas, a la par de las emociones que despertaron grandes series como Hermanos, Shiralad. El regreso de los dioses, Los campeones o Los papaloteros.

1.- La cueva de los misterios 2: El número uno de las peores aventuras , sin discusiones, lo tiene esta “única” segunda temporada que se rodó para un serial cubano del siglo XX. La primera entrega de la aventura La cueva de los misterios propuso hacia finales de los 80 toda una aventura de ciencia ficción, donde un grupo de pioneros exploradores y su profesor viajaban en el tiempo a las primeras épocas de la conquista, y conocían al “indio” Baconao y a su familia, en plena pelea contra los conquistadores españoles.

A alguien del Telecentro de Santiago de Cuba se le ocurrió reeditar el éxito y un grupo de pioneros volvieron a viajar en el tiempo, para desagrado masivo de las teleaudiencias cubanas.

Los defectos son tantos que no se recuerdan sino como un error garrafal de todo, actuaciones, dirección de arte, efectos visuales, actuación, pelucas tiesas, taparrabos. Una de las pocas cosas concretas que persisten en la memoria era el cuadro de un huevo frito que reinaba en una de las salas de las casas de los personajes.  Nunca se retransmitió y quizás se hayan borrado todas sus copias.

2.- El guardián de la piedra: Esta aventura intentó crear una historia de aventuras con héroes de acción a la americana, en un país latinoamericano indefinido, tanto geográficamente como temporalmente, donde abundaban las propagandas a productos comerciales cubanos como Oro Rojo y Ciego Montero, sin explicación. ¿Era quizás una Cuba capitalista del futuro? Inolvidable será para muchos el indio de nombre Lautaro que a cada momento sacaba una laptop en su jabuco, y la música original compuesta por de X Alfonso, quizás el peor error de su carrera.

¿Qué era “la piedra”? ¿Quién era “el guardián”? De eso pocos o nadie se acuerda, ni el propio Yoel Infante, devenido actualmente director de televisión, y que entonces fracasara (o lo hicieran fracasar) como galán protagónico. Habían príncipes, dictadores, mujeres rudas con parchos en el ojo, muchas peleas mal coreografiadas, casi siempre en zonas rurales para abaratar los costos de escenografía que implicaría filmar en zonas urbanas.  

3.- El dragón mambí: Las escenas de artes marciales más decepcionantes de la historia quizás sean atribuibles a esta aventura sobre las guerras de independencia en Cuba, concentrado en homenajear la importante participación de los inmigrantes chinos. Pero este homenaje se estrelló ante la escasa o nula preparación del protagonista en cuestiones de Kung Fu o lo que fuera.

Inolvidables, además de su original título, resultan las peleas masivas o singulares donde los extras vestidos de soldados españoles se dejaban caer de los caballos ante las murumacas y gritos del actor, que muy lejanamente amagaban posibles técnicas marciales. Quizás, si se le hubieran atribuido poderes telequinéticos al personaje, todo hubieras sido más creíble. Y siempre una “mocha” (no un machete) atada a la espalda, con la que cargaba contra las tropas colonialistas.  Válidos los propósitos de esta aventura, pero desastrosos los resultados.

4.- El tesoro del Mallorquín: Esta aventura se mezcla en la memoria con otros títulos contemporáneos como La Atenea está en San Miguel o El medallón. Era una suerte de búsqueda del tesoro durante los años 50, época que permitía a los realizadores desarrollar una serie de personajes políticos corruptos, lo cual es imposible para toda producción oficial cubana que se base en tiempos posteriores a 1959. Y así de paso, buscar emular el éxito de películas como Clandestinos o seriales como De tu sueño a mi sueño y Los papaloteros, que insuflaron aires frescos al discurso sobre las épocas de la lucha contra Batista.

Tenía un tema musical “movidito”, con estribillo incluído, que era algo como “Mallorquín, Mallorquín, yo te sigo buscando”, aunque lo que se perseguía era un tesoro, y el Mallorquín era el pirata que lo escondió en algún lugar. ¿Finalmente lo encontraron? ¿Alguien recuerda?

5.- El elegido del tiempo: Este fue un fallido intento por imitar la espectacular puesta en escena de Shiralad, así como su compleja historia de ciencia ficción interplanetaria y de viajes en el tiempo, pero con visualidad de la Latinoamérica precolombina, en vez de los códigos medievales europeos asumidos por Shiralad.

Uno de los elementos que evidenciaban los pésimos conceptos de puesta en escena y dirección de arte eran los ropajes nuevecitos, acabados de salir del taller de costura, y los accesorios y calzados de cuero que casi podían olerse. Nadie pensó en envejecer el vestuario, en disimular su factura con la debida iluminación (uno de los grandes méritos de Shiralad). Inolvidable es igualmente el monstruoso ser que buscaba se simpático y le decía Mon a todo el mundo. Suerte de Gollum o Yoda de bajo costo. Había también una tribu de niños a los que se pretendía hacer pasar por humanos en miniatura, cual Hobbits a la cubana.

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