¿Tiene Irela Bravo el secreto de la juventud eterna? La mayoría de los cubanos creemos que sí. Más allá de las bromas y memes en redes sociales, la opinión común es que la legendaria presentadora luce cada año más jovial, fresca y renovada, sin indicios de ningún cambio radical debido al paso del tiempo.
Su trabajo en la Televisión Cubana puede ser la clave, así como su actitud de optimismo feroz ante la vida. Desde los 17 años, Irela Bravo se inclinó por la actuación y logró codearse no solo con los mejores maestros, sino también con alumnos que luego se convirtieron en estrellas de los medios nacionales.
Para ponernos en contexto, del mismo curso que formó a Irela Bravo (Escuela de Formación de Actores del ICRT) salieron artistas de renombre como Susana Pérez, Natacha Díaz, Annia Linares y Ana Nora Calaza, entre otras figuras. En mayor o menor medida, es probable que sea Irela una de las alumnas más activas de esa generación en la actualidad.
A su capacitación física y académica, le sumamos su labor incansable como realizadora, asesora, conductora, locutora y actriz de televisión y cine. Son cosas que, simplemente, la mantienen enérgica y tremendamente decidida; algo así como el famoso cuento infantil Francisca y la Muerte.
A pesar de los existentes prejuicios racistas que pensó obstaculizarían su carrera en los primeros años de su juventud, nacer en una familia mixta, abierta y valiente le otorgó a Irela una cualidad de resiliencia indestructible que le abrió muchas puertas.
Esa familia le brindó las herramientas necesarias para asumir la vida desde una perspectiva más estoica. “Yo soy el resultado de mis padres. Eran muy sensibles. Mi padre era muy simpático. En mi familia había una armonía muy grande. Yo viví una infancia y una adolescencia feliz, cuando lo recuerdo, me da alegría”, decía Irela hace tres años en el programa “Con dos que se quieran”.
La querida Cachita de Vivir del Cuento tiene algo bien claro: prefiere ser persona antes de ser actriz. “Yo prefiero que me vaya mejor en mi vida personal que en el trabajo”, contaba en aquel momento.
“El trabajo lo disfruto, pero no es lo primero en mi vida. Todo en la vida tiene su jerarquía. Cuando mi padre se estaba muriendo, yo no era artista, yo era una persona que estaba sufriendo”, dijo.
Una familia feliz, límites bien puestos, ser arriesgada y una trabajadora incansable: puede que ahí esté la clave. En julio, Irela Bravo cumplirá 70 años y, sí, nos volverá a sorprender cuando publique su próxima foto y no podamos distinguir indicios visuales que nos digan cuánto tiempo ha pasado. Probablemente esta celebración incluirá nuevos memes.
