En una serie de historias de Instagram, la influencer cubana Iraisel Pintueles se abrió sobre su vida personal y reveló algunos detalles que hasta ahora su público no conocía, como el curioso momento en el que conoció al fallecido reguetonero El Dany, padre de su hija Daniela Muñoz.
Iraisel, que está de regreso en La Habana tras su ruptura con el voleibolista cubano Leonardo Leyva, dedicó unos minutos de su agitada rutina para compartir con sus más de 345.000 seguidores en Instagram algunas anécdotas personales que pocos conocen.
Entre ellas incluyó el día que se encontró por primera vez con quien fue el amor de su vida, el músico Daniel Muñoz, quien falleció abruptamente el 18 de julio de 2020, dejando una huella de dolor irreparable en la vida de la influencer y su pequeña de ahora 7 años.
Resulta que hay que agradecer al reguetonero Jacob Forever y su pareja Diliamne Jouve, conocida como La Dura y amiga cercana de Iraisel. Fue La Dura quien invitó a Iraisel a un concierto de Jacob Forever y El Dany en el club nocturno Salón Rojo del Hotel Capri, en La Habana.
Después del concierto, todos los invitados de la agrupación quedaron “atrapados” en el camerino por la pérdida de la llave. “Estuvimos mucho tiempo esperando a que la llave apareciera”, contó Iraisel en sus historias.
Fue en ese momento, que El Dany se le acercó por primera vez. “Daniel se me acerca y me dice ‘¿Tú no eres Iraisel?’, y yo le digo ‘Sí, ¿de dónde me conoces?’, porque yo no lo conocía, no lo había visto nunca”, relató.
“Y era que teníamos amistades en común de la escuela. Él sí me había visto, sabía dónde yo vivía y, pues, se acercó a conversar conmigo”.
Aunque no ofreció muchos detalles sobre la conversación que mantuvieron ese día, todo indica que El Dany quedó flechado por la influencer y movió sus contactos para obtener su teléfono. Ese fue el inicio de lo que se convertiría más tarde en una gran historia de amor y pérdida.
“Luego de eso, una personita le dio mi teléfono y bueno, comenzamos siendo amigos y ya… pues nada”, dijo con una sonrisa pícara porque, claramente, el final ya lo conocemos todos.
