En un emotivo reencuentro que parece sacado de una película, o al menos pudiera servir para filmar una, dos hermanos, separados de su madre al nacer y vendidos en adopción sin el consentimiento de esta, se reunieron con ella en Santiago de Chile, 39 años después de su separación.
Esta historia, que cruza fronteras y décadas, comenzó en Alexandria, Virginia, donde Sean Ours y su hermana crecieron con una familia adoptiva estadounidense.
Durante años, ambos vivieron con la creencia de que su madre biológica los había entregado voluntariamente debido a dificultades económicas. Sin embargo, el descubrimiento de adopciones fraudulentas desmoronó la narrativa que les habían contado toda su vida.
La búsqueda de la verdad comenzó cuando su madre adoptiva se puso en contacto con Connecting Roots, una organización sin fines de lucro dedicada a reunir a niños chilenos tomados ilegalmente de sus madres biológicas.
A través de esta organización y con la ayuda de MyHeritage, Sean y su hermana Emily Reid descubrieron que su madre biológica había sido engañada, haciéndole creer que sus hijos habían muerto durante el parto. La revelación fue un shock para los hermanos, quienes se dieron cuenta de que habían sido vendidos en contra de la voluntad de su madre.
Con la documentación necesaria y pruebas de ADN, finalmente identificaron a su madre en Santiago. La anticipación de su encuentro fue inmensa, culminando en un momento profundamente emotivo cuando se vieron por primera vez.
«Fue realmente un momento muy feliz», relató Sean, describiendo el instante en que su hermana corrió a abrazar a su madre, seguido por su propio abrazo lleno de alegría y alivio.
Este caso no es aislado. Entre los años 1960 y 1990, decenas de miles de niños fueron vendidos en adopción desde Chile, muchos de los cuales terminaron en Estados Unidos. La labor de Connecting Roots y sus socios ha sido fundamental para reunir a decenas de familias, promoviendo encuentros emocionales como el de Sean, su hermana y su madre biológica.
Historias de hermanos, hijos, padres, separados. No son tan raras como uno podría esperar.
Las historias de reencuentros familiares después de años de separación son profundamente conmovedoras y, lamentablemente, no son tan raras como uno podría esperar.
Enetre las conocidas, tenemos la historia de Steve Carter, un niño que fue adoptado a los 4 años de edad y creció en una familia amorosa en Nueva Jersey. Sin embargo, siempre sintió curiosidad por sus orígenes.
A los 35 años, comenzó a investigar y descubrió que había sido reportado como desaparecido por su madre biológica en Hawái 34 años antes. Su madre había sido internada en un hospital y él había sido llevado a un orfanato, donde fue adoptado. La búsqueda en línea lo llevó a descubrir su propia foto en un sitio web de personas desaparecidas.
Más famosa aún y conocida es la historia de Saroo Brierley. Saroo, cuya historia real inspiró la película «Lion», se perdió en un tren en India a los 5 años y terminó siendo adoptado por una pareja en Australia.
Después de 26 años, y con la ayuda de Google Earth y sus vagos recuerdos, logró identificar su pueblo natal y reunirse con su madre biológica. Su búsqueda y reencuentro destacan el impacto de la tecnología moderna en la reunificación familiar.
Estas dos historias, al igual que la de los hermanos reunidos con su madre en Chile después de 39 años, resaltan la persistencia, la esperanza y el amor inquebrantable que caracteriza la búsqueda de lazos familiares perdidos.
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