El reciente hallazgo de un joven cubano desaparecido en Las Tunas, gracias a la difusión en redes sociales, ha encendido una luz de esperanza para muchas familias que buscan a sus seres queridos en Cuba.
Este caso ejemplifica el poder de las plataformas digitales en la búsqueda de personas desaparecidas, especialmente en un contexto donde las autoridades no siempre responden con la prontitud y eficacia necesarias.
El joven, identificado como Lázaro, fue encontrado desorientado y con quemaduras solares por un transeúnte que compartió la información en Facebook. Su familia, al reconocerlo a través de las publicaciones, pudo localizarlo rápidamente.


Este desenlace positivo es, lamentablemente, la excepción en un país donde la falta de transparencia y la inacción policial agravan la angustia de quienes buscan a sus familiares desaparecidos.
En los últimos años, los casos de desapariciones en Cuba han aumentado, y junto con ellos, las críticas hacia la ineficacia de la policía cubana.
Familias enteras se ven obligadas a recurrir a las redes sociales para pedir ayuda y coordinar búsquedas, exponiendo su dolor y desesperación públicamente. Saúl Manuel, un joven cubano residente en Miami, se ha convertido en un referente en estos casos, recibiendo decenas de denuncias diarias sobre personas desaparecidas en la isla. Su muro de Facebook es un hervidero de solicitudes de ayuda y reportes de desapariciones, muchas veces ignoradas por las autoridades.
Entre los casos más preocupantes está el de Ruperto de Armas Pérez, desaparecido desde enero de 2024 en el poblado de Aguacate. Su familia ha utilizado todas las herramientas a su disposición, pero la búsqueda no ha dado frutos.

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La historia de Karildi Marín, una joven de 24 años que desapareció en diciembre de 2023 tras asistir a una fiesta en La Habana, es igualmente desgarradora. A pesar de los esfuerzos de su familia y de la comunidad, no se han encontrado pistas sobre su paradero, lo que ha generado una profunda frustración y desconfianza hacia las autoridades cubanas.

Otro caso impactante es el de Yeniset Rojas, quien desapareció en Ranchuelo, Villa Clara. Su cuerpo fue hallado meses después en casa de un sospechoso que la familia había señalado desde el principio. La negligencia policial en la investigación y la falta de acción inmediata permitieron que el caso terminara en tragedia, un destino que, posiblemente, se podría haber evitado con una respuesta más diligente.
Estos ejemplos no solo resaltan la ineficacia de las autoridades cubanas, sino también la falta de un sistema de alerta temprana para desapariciones. Aunque la Constitución cubana prohíbe la desaparición forzada, la realidad muestra que muchas desapariciones no son tratadas con la seriedad que merecen. En algunos casos, los familiares han sido incluso instados por la policía a resolver las desapariciones por sus propios medios, una muestra clara de la desidia institucional.
El caso de Yosvany Villar Ávila, un niño de 14 años desaparecido en 2020 y encontrado muerto dos años después, es un ejemplo de cómo la falta de acción inmediata por parte de la policía puede tener consecuencias fatales.
La madre de Yosvany, quien desde el principio sospechó de un vecino, tuvo que soportar dos años de incertidumbre y dolor antes de que se resolviera el caso. Su lucha, al igual que la de otras familias, ha evidenciado las fallas del sistema y ha generado un llamado urgente a la acción y la reforma.
Sin embargo, el reciente hallazgo de Lázaro demuestra que la colaboración ciudadana, impulsada por las redes sociales, puede marcar una diferencia significativa en la búsqueda de desaparecidos. Aunque las autoridades no siempre actúan con la celeridad necesaria, la presión pública y la visibilidad que brindan las plataformas digitales han sido claves para resolver algunos casos.
Redes Sociales: Asidero de las familias para encontrar sus seres queridos desaparecidos
El impacto de las redes sociales en la Cuba actual es innegable. Plataformas como Facebook han permitido que la ciudadanía tome el control de la situación, organizando búsquedas y compartiendo información vital en tiempo real. Este fenómeno ha dejado en evidencia la brecha entre la capacidad de las autoridades y la voluntad de la comunidad para encontrar a los desaparecidos.
Las redes sociales no solo han permitido que las familias cubanas mantengan viva la esperanza, sino que también han puesto en evidencia la necesidad de cambios profundos en la manera en que se manejan estos casos. La sociedad cubana, cada vez más conectada y consciente de su poder colectivo, está demandando un mayor compromiso por parte del Estado en la búsqueda de sus seres queridos.
Ejemplos recientes ilustran esta creciente dependencia en las redes sociales como herramienta crucial en la búsqueda de personas desaparecidas.
Uno de estos casos es el de Daniel Cristian Ibarra Correa, un joven de 22 años de Villa Clara que desapareció el 1 de agosto de 2024.
Su madre, Mariela, utilizó el grupo de Facebook «Desaparecidos dentro de Cuba, somos tu voz!!!» para difundir su caso, detallando la última vez que fue visto y pidiendo a la comunidad cualquier información que pudiera ayudar a localizarlo. Esta acción no solo permitió que su historia se hiciera visible a nivel nacional, sino que también movilizó a personas de distintas regiones del país para colaborar en la búsqueda.

Otro caso que resalta la importancia de las redes es el de Osniel Sánchez, un joven desaparecido en La Habana, cuya familia acudió al grupo de Facebook “Comida a Domicilio En La Habana” para solicitar ayuda. Al igual que Mariela, la familia de Osniel compartió detalles cruciales sobre su desaparición, lo que llevó a una amplia movilización ciudadana en la búsqueda de cualquier pista sobre su paradero.

La historia de Yilena Cepa, una joven de 18 años de Santiago de Cuba desaparecida desde el sábado último, refuerza aún más la necesidad de este tipo de plataformas. Su familia, al no recibir respuestas satisfactorias de las autoridades, hizo un llamado urgente en Facebook para que la comunidad colaborara en su búsqueda, mostrando una vez más cómo las redes sociales han llenado un vacío dejado por las instituciones oficiales.

Estos ejemplos, junto con otros casos como el de Mabel García Corrales, una mujer de 54 años desaparecida en Ciego de Ávila, y Claudia, una joven con discapacidad desaparecida en Baraguá, Ciego de Ávila, subrayan la crítica situación en la que se encuentran muchas familias cubanas. En todos estos casos, las redes sociales han servido como el principal medio de difusión y coordinación en la búsqueda de los desaparecidos, revelando la profunda desconfianza de la población hacia la capacidad de las autoridades para resolver estos casos.


La movilización en redes sociales no solo visibiliza estos casos, sino que también presiona a las autoridades para que actúen con mayor diligencia. Sin embargo, la necesidad de depender de estas plataformas para obtener respuestas refleja una deficiencia en el sistema de seguridad y justicia del país. La creciente lista de personas desaparecidas y la dependencia de las redes sociales para encontrarlas son señales claras de que se requiere una reforma urgente en la manera en que se manejan estas situaciones.